España

Lo que queda de España

Hacia el futuro, el peso de España en el ámbito económico y político iberoamericano da la impresión de esfumarse. Y, por supuesto, también en mil aspectos intelectuales.

Plagio el título de un libro de Jiménez Losantos, así titulado, editado por Ajoblanco, en 1979, y de un contenido muy valioso. Pero para este artículo lo planteo de otro modo. España, que se constituyó como tal, a partir de 1492 con los Reyes Católicos, se nos ofrece, ahora, con un panorama totalmente diferente.

Parecía haberse liquidado, a la altura de 1939, cualquier tipo de planteamiento secesionista, contemplándose, sólo como algo original, las situaciones forales de Álava y Navarra, por su papel en la reciente Guerra Civil. Pero, ya en la Transición española, surgieron pronto otras realidades de tipo secesionista que, con mayor o menor impacto, pasaron a existir, e incluso a crecer, con fuerza. La consecuencia de una herencia, mezcla de romanticismo, de presión proteccionista y de herencias de viejas ideas carlistas, vinculadas a tesis históricas antiliberales, dio lugar a que España hoy abandone la idea, nacida tras la Constitución de Cádiz, de que existe una igualdad político-administrativa en todo el territorio, basado en las provincias.

Aparte de eso, derivaciones intelectuales tan importantes como fue el llamado Instituto de Cultura Hispánica, dieron lugar a una vinculación creciente con el mundo iberoamericano, que incluía a Filipinas. Este mundo iberoamericano quedó ligado a España, gracias a la existencia de Colegios Mayores universitarios, que recibían becarios de esas regiones, y que daban lugar a publicaciones intelectuales, como Cuadernos Hispanoamericanos, y de difusión más amplia, como la revista Mundo Hispánico. Por tanto, vínculos variadísimos crearon una rica red de conexiones con el continente americano, desde Méjico y el Caribe, a Chile y Argentina, procurando que Brasil no se esfumase de ese planteamiento. Los enlaces creados y coordinados por el citado Instituto de Cultura Hispánica, en este sentido, fueron extraordinarios, con una proyección política evidente, basada, más que en la geografía, en este ámbito universitario.

Por supuesto, también ayudó mucho la emigración española hacia América, tanto la previa –que aumentó las dimensiones de estas conexiones–, por motivos económicos, como la política derivada del exilio republicano, tras la Guerra Civil. Mas, como consecuencia del cambio ocurrido en España a partir de la llamada Transición, surgieron progresivamente enlaces, cada vez más amplios, desde el punto de vista también económico, sobre todo en el mundo empresarial. Recordemos aquella portada de la revista Time del 8 de mayo de 2000, que dibujaba cómo, una serie de empresarios españoles, siguiendo la bandera de España y correctamente vestidos con traje y corbata, llevaban en la mano cascos de viejos soldados españoles para sus cabezas, asumiendo un letrero que no es necesario traducir, porque es de fácil interpretación: «Back to the New World. Corporate Spain has landed in force in Latin America, snapping up important local firms in a new form of reconquista». Esa situación que se inició a partir de 1939, actualmente está en quiebra, en parte, a causa de un cambio radical en la realidad económica iberoamericana, derivado sobre todo, de originales planteamientos iniciados por Prebisch. Esto significa que, hacia el futuro, el peso de España en el ámbito económico y político iberoamericano da la impresión de esfumarse. Y, por supuesto, también en mil aspectos intelectuales.

Y a esta proyección exterior de España se ha unido también la que se observa en el ámbito africano. No solo concedió España la independencia a Guinea Ecuatorial, sino que también, recientemente, ha entregado el Sahara a Marruecos, después de haber abandonado a su favor Ifni, ocupado durante la II República. Pero además, habíamos contemplado previamente la existencia de un Protectorado español encabezado en la parte marroquí del norte de ese país por su S.A.I. el Jalifa. Yo recuerdo al hijo del Jalifa estudiando el bachillerato como interno en el Instituto Ramiro de Maeztu, jugando con él al baloncesto, y también sus frases en la visita de los alumnos de ese Instituto, a la Base de El Ferrol, tomando nota de lo que nos decía un Almirante sobre la necesidad de que España tuviese portaaviones. Y todo eso, con la independencia de Marruecos, se ha esfumado, y los abandonos de Ifni y del Sahara automáticamente significan que no solo España ha cedido un territorio africano amplísimo en esa región, sino también otro amplio territorio marítimo que alcanza las cercanías de Canarias. Y eso tiene consecuencias en los límites y enlaces de España con Marruecos y Argelia.

Por ello, la España que existía en 1939 mostraba cambios radicales en mil aspectos. Estoy seguro que más de uno de nuestros lectores, al recordar situaciones existentes entonces, considerará que, en nuestra historia, se han abierto, en los últimos años, realidades negativas sobre el peso internacional de España.

Juan Velarde Fuertes es economista y catedrático.