Pedro Sánchez
«Petro» Sánchez con la espada de Bolívar
Pedro Sánchez se está superando a sí mismo en su actual gira hispanoamericana. Quizás lo provocara el ser presentado como el «presidente de la República española», que hizo crecer en su interior la pulsión absolutista que le llevó a imitar al Rey Sol, Luis XIV: «L’etat c’est moi». Es claro que también le podría haber sucedido lo mismo en versión republicana, dadas las circunstancias de lugar y tiempo –donde no escasean modelos similares y muy próximos– que le llevarían a creerse la encarnación de la nación ante su «colega» Petro. Acompañado por él, se creció haciendo unas declaraciones que le retratan: «El PP va contra el sentido común». Lo dijo para recriminar que los populares no apoyaran su enésimo decretazo, con medidas de ahorro energético, entre otras diversas, cuya «urgencia y extraordinaria necesidad», como exige la Constitución, resultan difícilmente explicables. En Bogotá, e incumpliendo la tradición diplomática y de elemental educación y respeto de no polemizar con la oposición de tu país estando de visita oficial en el extranjero, se superó a sí mismo afirmando que «de dos años a esta parte, sufrimos una oposición negacionista que carece de sentido de Estado y que no cumple con sus obligaciones constitucionales». Lo dicho: «Petro» Sánchez se autoproclamó simultáneamente como el Estado, la Constitución, el Tribunal Constitucional y, para que no faltara de nada, el dispensador del buen sentido. Oponerse a sus políticas es para su persona atentar contra todo eso y, por tanto, ser un «negacionista». Lo curioso del caso es que él posee los derechos de autor de una frase que le define a la perfección y que no es precisamente un modelo de consenso y colaboración en el ejercicio de la oposición: «No es no, señor Rajoy. ¿Qué parte del No no ha entendido?». Sus correligionarios socialistas entendieron que ese negacionismo era excesivo y le desalojaron de la Secretaria General para impedirle que hiciera lo que está haciendo; es decir, instalarse en La Moncloa gracias a los votos de partidos con tanto sentido común y de Estado como los podemitas, Bildu y ERC. Sin duda, sus aliados parlamentarios prioritarios son modelo de cumplimiento de los deberes constitucionales y de sentido de Estado, tanto los republicanos secesionistas catalanes como los secesionistas vascos amigos de ETA. En cuanto a sus podemitas socios de Gobierno, compendian todas las virtudes políticas de su admirado conmilitón Largo Caballero, el «Lenin español», cuya mirada seduce a alguno de sus ministros. La autocracia empieza a encarnarse en «Petro» Sánchez armado con la espada de Bolívar.
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