Opinión

Más allá del debate

Sánchez sabe que Feijóo no es Casado. Ahora, las cosas han cambiado, todos los sondeos de intención de voto señalan crecimiento del PP a costa de la extrema derecha, después de haber desvalijado a Ciudadanos. Además, hay un sector de votantes socialistas moderados que parece que están dispuestos a dar el salto a las papeletas de la derecha.

Al anterior líder popular nunca le permitió un segundo de protagonismo, todo lo contrario, colocó a Vox en el epicentro del terreno a sacudir. Los equipos de Moncloa han decidido apuntar toda su artillería contra el que parece ser el artífice de este profundo cambio del mapa electoral. De ahí, el debate que se produjo ayer en el Senado.

La estrategia socialista no se circunscribía a intentar noquear al líder popular en el Senado, aunque dada la estructura de un debate parlamentario, el gobierno dispone de una ventaja previa dada tanto por el turno en que se desarrollan las intervenciones así como por los tiempos de que disponen.

Un análisis más fino debe tener en cuenta otras cuestiones de contexto. Así, en el momento en que el presidente del Gobierno decidió retar a Feijóo a un cara a cara, más que dejar KO al líder de la oposición, perseguía polarizar la política española entre PP y PSOE y aprovechar la bajada de Vox para disminuir las expectativas de cambio de ciclo.

La operación es de alto riesgo, porque significa la consolidación como alternativa del candidato popular, por tanto, el primer elemento a tener en cuenta es que las encuestas que maneja Moncloa son realmente alarmantes y requerían de una iniciativa como esta.

Por otra parte, Sánchez rompió la regla no escrita en nuestro país de que en la presidencia del gobierno se sentaba el más votado con la moción de censura. Desde entonces, lo que ha quedado establecido es que será presidente el que consiga los votos necesarios en la investidura.

De ahí que hacer desaparecer de la escena a Vox es una táctica inteligente, porque el problema que puede tener Feijóo es que ganando las elecciones no pueda gobernar.

Por otra parte, la polarización entre PP y PSOE aglutina voto en torno a ellos. Yolanda Díaz parece haberse dado cuenta, por eso ha decidido poner las cosas más difíciles a su socio. Pero la estrategia va dirigida más bien hacia otros riesgos electorales como el de la España vaciada. En definitiva, el debate era lo de menos.