Opinión
Votar al mejor
La ortodoxia se ha impuesto y los tipos de interés han subido 75 puntos básicos, era lo previsible conocidos los últimos datos de inflación. Para ver el calado de la medida habrá que esperar un poco, pero todo parece indicar que estaremos al borde de la recesión. De momento, la previsión de crecimiento para el 2023 se ha reducido y se espera un estancamiento a final de año en la eurozona.
Con este panorama, el feliz verano forma parte de la historia y los españoles se enfrentan a la realidad que les va a golpear en los próximos meses. Los líderes políticos se batieron el martes como si no hubiera mañana, pero lo único que quedó claro es que es casi imposible un acuerdo de Estado entre los dos principales partidos, a pesar de los problemas económicos y del espectáculo que están dando en la dichosa reelección de los órganos judiciales.
En estas circunstancias, Yolanda Díaz ha visto el hueco en el día a día de la gente y ha empezado el curso político apretando las tuercas a su socio de gobierno, esta vez con el coste de la cesta de la compra, pero habrá más.
No es el único flanco en el que va a tener que bregarse Sánchez, como evidencia el mensaje al oído que le ha mandado el PNV, instándole a cumplir los compromisos adquiridos en materia de transferencias, bajo amenaza de ruptura.
En resumen, nos sumimos en una nueva crisis que se encadena a la de la pandemia que, a su vez, frustró la recuperación plena de la crisis de 2008, con Sánchez a puntapiés con Díaz por los votos de la izquierda y a garrotazos con Feijóo por los del centro.
Pero el líder socialista debería abandonar la confrontación y centrarse en liderar la salida a la preocupante situación económica. Primero, por el país, pero también por su propia supervivencia.
La derecha se está aglutinando en torno a Feijóo, que llegó en el momento adecuado y con el tono adecuado. Sin embargo, en la izquierda hay un enorme riesgo de fragmentación del voto, no solo por Díaz y las mareas en los distintos territorios, sino por la fuga de votos hacia los partidos de la España vaciada.
No estamos ante unas primarias en el PSOE en las que cotizan fuerte los discursos más izquierdistas, sino ante unas generales y municipales en las que se vota al mejor gobernante.
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