Opinión

Otro bucle melancólico

Otro «bucle melancólico» como el magistral que en 1997 escribiera Jon Juaristi dedicado al nacionalismo vasco se necesita ahora, pero dedicado al nacionalismo catalán. Para aportar luz a la oscuridad en la que desde hace 10 años está sumida Cataluña por la situación creada. Primero, por la simultánea gestión de los gobiernos socialistas en España y sus Tripartitos en la Generalitat –2003/2010 con Maragall y Montilla– y continuada después, cuando el nacionalismo de CiU recupera el Govern, con Cataluña y toda España hundidas en la herencia socialista de una pavorosa crisis económica a la que hacer frente, siendo incapaces para ello.

No dispuesto a navegar en aquella extrema situación, pese a sus conocidas artes marineras, Artur Más oficializó en sede parlamentaria el detonante del Procés en enero de 2013: «Ponemos rumbo de colisión con el Estado». El Tripartito de Maragall había sentado las bases del enfrentamiento con su reivindicación de un nuevo Estatut sobre el que no había demanda social, ni siquiera de CiU, pero que polarizó la política y la sociedad catalana en lo que se convertiría después en una fractura entre «soberanistas» y «constitucionalistas» o, para expresarlo con mayor precisión y claridad, entre catalanes separatistas y catalanes españoles. En un clima crispado por ese artificial debate, la sentencia del TC contra el Estatut salido del Congreso en 2010, fue la coartada política para comenzar a preparar el salto a pedir la autodeterminación cuando, a los seis meses de recuperar la Generalitat, el 15 de junio de 2011, la izquierda radical rodeó el Parc de la Ciutadella obligando a Artur Más a usar el helicóptero para acceder al Parlament. Otros seis meses después, era el PP el que accedía al Gobierno con mayoría absoluta, y CiU le planteó inmediatamente un «pacto fiscal», eufemismo que enmascaraba la petición de un concierto similar al vasco y al navarro, que era materialmente imposible en aquella situación económica con la amenaza del rescate por los «hombres de negro» de Bruselas. Le siguió la acusación del «España nos roba», y el resto es sobradamente conocido.

Ese «rumbo» ha llevado a la actual lamentable situación en Cataluña y España. El común denominador de todo este proceso es la desdichada política desarrollada por el PSC y el PSOE al frente de los gobiernos de la Generalitat y de la nación en aquellos años, renovada ahora por Sánchez. La «colisión con el Estado» ha llevado al naufragio absoluto de la Generalitat, y a la ruptura de los separatistas antes «Juntos», y «Juntos para el Sí» (a la separación). De premio, ellos llevaron y mantienen a Sánchez en La Moncloa. Para hundirnos a todos.