Economía

Mensajes académicos sobre el liberalismo necesario

Se ratifica, incluso en las Academias, esta actual orientación, nacida, en puridad, en el mundo, con Adam Smith, y, en España, a partir de Jovellanos.

En España, en la actualidad, se están desarrollando una serie de novedades, a partir de mensajes muy recientes, que conviene señalar por su importancia. En primer lugar, es absolutamente preciso alterar la marcha de nuestra economía, ante el caos que avanza, y nos obliga a plantear medidas radicalmente dispares de las defendidas por el actual Gobierno. En ese sentido, se ha alzado la voz pidiendo un cambio fundamental reorientado hacia el liberalismo económico.

No se puede olvidar que, en España, se ha desarrollado, varias veces, esta tendencia, bajo ese punto de vista. Inicialmente se percibe en el conjunto de los «ilustrados» españoles, capitaneados por Campomanes, que aceptaron estas ideas surgidas a partir del mensaje de Adam Smith, unidas a las decisiones admitidas por Carlos III. Esta primera oleada no estuvo exenta de polémica; mas, también se nutrió de derivaciones de lo que había generado el pensamiento católico, en gran parte centrado en la Universidad de Salamanca. Son muchas las pruebas de ese importante inicio de planteamientos que encajarán, perfectamente, en la economía liberal, y se exhiben, en la actualidad, de modo continuo. Por ejemplo, véase la importante aportación del profesor Huerta de Soto, La teoría bancaria en la Escuela de Salamanca.

Pero existió en España otra colosal ratificación de estas ideas, que debemos a Flores de Lemus. Concretamente, en 1929, este economista señaló lo siguiente: «El progreso económico realizado en el mundo, desde el último tercio del siglo XVIII, es inmensamente más grande que el de toda la historia anterior de la humanidad. Ese colosal avance se debe, en lo fundamental, al establecimiento de organizaciones económico-políticas basadas en la libérrima iniciativa de los empresarios. Se ha formado, de este modo, una psicología de hombres y de directores de empresas que no admite otra norma que su propia visión del negocio, ni más condición que la de hallarse dispuestos a tomar, sobre sí, las consecuencias de sus actos, cualesquiera que ellas sean».

Sus discípulos, en la Sección de Economía del Instituto de Estudios Políticos, recién terminada la Guerra Civil, y fundamentalmente, bajo la orientación de Valentín Andrés Álvarez, se deslizaron con claridad hacia esta visión última de Flores de Lemus. Valentín Andrés Álvarez señaló la importancia fundamental que tenían los puntos de vista de Eucken, quien marcaba una orientación crítica sobre la política económica del nacionalsocialismo, mostrando, desde la Universidad de Friburgo de Brisgovia, la importancia que tenía la libertad de mercado. Ese mensaje de Eucken, inmediatamente absorbido por Valentín Andrés Álvarez, se asumió, prácticamente, por todo ese conjunto de discípulos de Flores de Lemus. Uno de ellos fue el profesor Ullastres. ¿Se puede explicar, sin esas ideas, el cambio radical que tuvo la política económica española, a partir de 1957? ¿Y también su cambio culminado, tras el Acuerdo Preferencial, para ingresar en la actual Unión Europea? No, sería imposible.

Igualmente, se observa que, desde numerosos lados, aparecen ratificaciones para esa marcha, y en ocasiones llama más la atención si son ratificaciones académicas. Por eso, debe señalarse que en una reunión de académicos argentinos y españoles celebrada en Madrid en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, se entregó –en uno de los debates, y para el conocimiento de los académicos españoles–, el discurso de ingreso de Alberto R. Dalla Vía, de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires. En él se señalaba, elogiándolo, que el defensor argentino del liberalismo, vinculado precisamente al proceso de independencia, Juan Bautista Alberdi, había querido marchar hacia la independencia, para no incurrir en los errores de la situación orientada desde Madrid, defendiendo, así, la puesta en marcha de un sistema capitalista basado en la iniciativa privada, como principio, subrayando los defectos derivados de ese abandono por parte de la política desarrollada por España. Los mensajes de fisiócratas, o sea de Quesnay, base de liberalismo económico, pasaban a ser esenciales, y además, en esos documentos se muestra, en el fondo, la razón por la que en el periodo 1940-1962 Argentina pasa a crecer de la manera profetizada por Colin Clark, quien había sostenido que pasaría a ser una de las mayores economías del mundo. Pero a esto debemos agregar, ahora mismo, que en el discurso de ingreso de Adolfo Utor Martínez, en la Real Academia de la Mar, titulado El transporte marítimo desde el mediterráneo clásico, defendió esto: «El desarrollo económico es inconcebible sin un transporte marítimo eficiente y un libre comercio e intercambio de bienes, personas, conocimiento y cultura». Una prueba más de por donde se ratifica, incluso en las Academias, esta actual orientación, nacida, en puridad, en el mundo, con Adam Smith, y, en España, a partir de Jovellanos.