Política

Las lecciones de las elecciones en EEUU

El centroderecha debe ofrecer alternativas sensatas a los radicales de derechas e izquierdas

Alexandre Muns Rubiol

La globalización, inmigración, progreso tecnológico y cambio climático complican la gobernanza de las democracias. Las crisis económicas internacionales y regionales causadas por los excesos del sistema financiero y las pandemias han castigado a las clases medias y bajas. El referéndum del Brexit y la elección de Donald Trump en 2016 desataron una ola de populismo de derechas que se extendió a Brasil, Polonia y Hungría. El igualmente peligroso populismo de izquierdas se ha apoderado de casi toda América Latina. La relativa derrota del partido Republicano encabezado por Trump en las elecciones legislativas de EEUU revela la debilidad del populismo conservador. La mayor inflación en cuarenta años, aumento de la criminalidad en las grandes ciudades e inmigración ilegal auguraban un duro castigo del partido Demócrata en las urnas. Pero Joe Biden evitó que los comicios se convirtieran en un referéndum sobre su primer bienio controlando la Casa Blanca y ambas cámaras del Congreso. Apeló al electorado a elegir entre dos modelos alternativos. La sentencia eliminando el derecho a abortar a nivel federal y la radicalización de los Republicanos permitieron a los Demócratas movilizar a la coalición de mujeres, jóvenes, afroamericanos e hispanos que aupó a Biden a la presidencia. Trump y sus candidatos fracasaron porque el electorado ha rechazado su crispación y ausencia de un programa alternativo. Los Demócratas mantendrán el control del Senado y la mayoría Republicana de la Cámara de Representantes es de sólo siete diputados. Periódicos y pesos pesados conservadores reprochan a Trump haber perdido tres elecciones consecutivas: la mayoría Republicana en el Senado en 2018, las presidenciales de 2020 y las legislativas de 2022. Pero los cargos electos Republicanos no se atreven a enfrentarse al magnate neoyorquino porque le apoya aún un 35-40% del electorado de su partido. Gobernadores Republicanos como Ron DeSantis en Florida y Brian Kemp en Georgia han conseguido nuevos mandatos batiendo cómodamente a sus contrincantes sin la presencia de Trump en sus campañas. DeSantis, la ex gobernadora Nikki Haley y el ex vicepresidente Mike Pence probablemente plantarán cara a Trump en las primarias Republicanas en 2024. Pero el concurso de demasiados candidatos dividirá el voto anti-Trump y puede facilitar al ex presidente alzarse con la nominación. Esta dinámica en EEUU ilustra la complicada tesitura en la cual se encuentra la derecha moderada en los países democráticos. Los extremistas de derechas se adueñan de temas como el aborto, la inmigración, la excesiva ambición medioambiental de las élites, los derechos de la comunidad LGBT, la obsesión con la inclusividad y el adoctrinamiento en los colegios contra la familia, la religión y enseñanza de la historia real. Frente a la izquierda radical, la extrema derecha ofrece exclusión, aislacionismo y proteccionismo. Promete a las atemorizadas clases medias y bajas el regreso a un mundo sin inmigrantes, sin diversidad racial y sin los ismos (feminismo, ecologismo) que la izquierda intenta imponer. Trump, Giorgia Meloni, Marine Le Pen, Viktor Orban en Hungría y el PiS en Polonia convierten la integración económica, el liberalismo y la globalización en chivos expiatorios para intentar detener la evolución de nuestras sociedades. Se asemejan a los demagogos de izquierda que achacan todos nuestros problemas al capitalismo. La derecha moderada se enfrenta a un muy complejo dilema electoral. Pierde votos si abandona la confrontación ideológica con la derecha radical. Algunos políticos de centroderecha adoptan posicionamientos del populismo conservador. Pero esto conlleva que la izquierda resucite el espectro del fascismo y retenga el apoyo de votantes de centro y centroizquierda. El centroderecha debe ofrecer alternativas sensatas a los radicales de derechas e izquierdas. La protección de la salud reproductiva de la mujer no significa legalizar el aborto sin restricciones. La inmigración hacia los países desarrollados de personas cualificadas compensa su declive demográfico. Pero no exige otorgar prestaciones excesivas y reagrupamientos familiares rápidos que indignan a los trabajadores nacionales. En España hay que acabar con la concesión de la residencia y la ciudadanía en sólo cuatro años a inmigrantes sin papeles de América Latina. Es un agravio comparativo con los diez años que debe esperar un residente europeo para obtener la ciudadanía española. Se puede luchar contra el cambio climático mediante su mitigación y con objetivos realistas. Deben eliminarse subvenciones y normativas que permiten la construcción de viviendas en las costas azotadas por violentas tormentas. La promoción del transporte público y las energías renovables debe desvincularse del ataque contra el vehículo privado no eléctrico. El gas natural y el suministro de Gas Natural Licuado por parte de EEUU, Australia y Catar a Europa es necesario porque las energías renovables y las tecnologías verdes aún son incapaces de generar suficiente electricidad. Proteger los derechos de los LGBT no es sinónimo de impulsar cambios de sexo para menores de edad y la proliferación de géneros. Para promover a las minorías no se debe discriminar a la población blanca. Los votantes premiaron la buena gestión de Ron DeSantis en EEUU y Alberto Núñez Feijóo y Juanma Moreno en España. El reto es replicar dicho éxito a nivel nacional.