Opinión
España cociéndose a fuego lento con Sánchez
«Con pasos como este, conseguimos concentrar toda nuestra fuerza política para poner justicia donde hay injusticia. Solo así será posible limitar la capacidad represiva del Estado, y al mismo tiempo, avanzar en el camino de la construcción de una República Catalana justa». Esta es la traducción del original catalán que Oriol Junqueras ha hecho público en un tuit, como respuesta a la voluntad del gobierno sanchista ya concretada en la eliminación del delito de sedición y de la rebaja del de malversación en el Código Penal, ambos pactados «a la carta» con él, que es uno de los principales beneficiarios de esa reforma penal. Hablar de indignidad política por esta actuación se queda corta, sobre todo si tenemos presentes dos circunstancias conexas. Una es que en campaña electoral Sánchez se comprometió reiteradamente a hacer todo lo contrario de lo que hace, afirmando que nunca pactaría con quienes son ahora sus socios y aliados; que había que acabar con los indultos a políticos y que nunca haría depender la gobernabilidad de España de los separatistas. La otra es que todo eso no tiene más explicación que ser el precio a pagar para que accediera a La Moncloa y allí pueda continuar. Así, el bien común de los españoles y el interés general de España, con el sanchismo se ha convertido lisa y llanamente en su mero interés particular. Es preciso reiterar que el PSOE le cesó de la secretaría general precisamente para impedirle que hiciera esto y ahora es cooperador necesario de la realización de toda esta política pilotada por quienes están colocados en la «dirección del Estado» teniendo a Sánchez como rehén político a su servicio. La crispación política que esta insólita y vergonzosa situación está provocando es lógica, y lo previsible es que vaya a más y tenga su reflejo en las elecciones territoriales del 28 de mayo. Los presidentes autonómicos de Castilla-La Mancha y Aragón, marcan distancias con esa política, pero las siglas con las que comparecen a las urnas son las del partido convertido en una propiedad privada de su secretario general, que a todo disidente lo expulsa sin contemplaciones, como ha hecho con el único presidente autonómico socialista de la CAM, Joaquín Leguina. El conocido como «síndrome de la rana hervida» describe el fenómeno ocurrido cuando reaccionamos tardíamente ante unos problemas cuyos efectos no percibimos inmediatamente y al pretender hacerlo ya es demasiado tarde. La metáfora es porque cuando una rana se la introduce en agua hirviendo salta instantáneamente, mientras que si el agua se va calentando poco a poco se cocerá hasta la muerte. Sánchez está cociendo a España a fuego lento.
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