PSOE

Reflexión melancólica de un ex-gerifalte socialista

Apunta con contundencia que sus hermanos catalanes del PSC son el gran problema de los socialistas

George Philipp Friedrich von Handenburg (1772-1801), poeta y filósofo del romanticismo alemán, más conocido por su pseudónimo Novalis, combinaba pesimismo y optimismo cuando defendía que «todo recuerdo es melancólico; y toda esperanza, alegre». Menos claro y más melancólico lo ve algún veterano socialista, gerifalte en otros tiempos pero que todavía hace sus pinitos. Explica que, ahora, «el momento es descorazonador» y reparte culpas: «el responsable es Sánchez, pero el PP no ha estado a la altura». La síntesis de la síntesis de lo que ocurre estos días, con el Tribunal Constitucional en almoneda, con el prestigio arrumbado y con unas decisiones entre las manos, por lo menos dudosas, que también pueden contribuir al deterioro constitucional, algo que pagará la democracia. «La realidad ya no es líquida –como indicaba Bauman–, sino gaseosa», precisa alguien que estuvo de parte de Susana Díaz en su pugna con el inquilino de La Moncloa por la secretaría general. «Entonces nos ganó y nos ganó bien y no hay nada más que decir», apostilla, aunque sí critica mucho de lo que ha hecho desde entonces, entre otras cosas que en el PSOE ya no haya debate interno y que el Comité Federal no pinte nada porque Sánchez tiene todo controlado y todo el poder.

El socialista melancólico, quizá una síntesis imperfecta de varios de ellos –alguno incluso en activo–, cree que los planes de Sánchez eran someterse y someter a los suyos a una ducha escocesa hasta finales de año con sus polémicas medidas y esperar que después de Reyes, todo quedara olvidado para iniciar un año electoral con «días de vino y rosas». También apunta con contundencia que sus hermanos catalanes del PSC son el gran problema de los socialistas: «desde el año 2000, en tiempos de Zapatero –la frivolidad personificada, aunque él si respetaba las normas– la política del PSOE ha sido la del PSC, que ha sido el caballo de Troya del independentismo dentro del partido». La crítica demoledora, sin embargo, parece convivir con la práctica. «El esfuerzo inútil conduce a la melancolía», explicaba Ortega. Y no todo empieza y acaba en abominar a Sánchez, porque sus detractores están convencidos de que una parte importante de la militancia «es sanchista» y también porque no hay nada que garantice que no pueda volver a ganar, es decir, a seguir al frente del Gobierno. Para unos, el momento es descorazonador y se refugian en la melancolía, mientras que otros sueñan con la «esperanza alegre» y romántica de Novalis.