Lotería de Navidad
Agraciados ellos
Lo mejor del día de la lotería son estas pequeñas historias de problemas resueltos y sueños cumplidos
El sorteo de la lotería de Navidad, inevitablemente, me convierte el presente en pasado melancólico. Parece que estoy viendo a mi abuela gaditana enfrente de la tele, a todo volumen, con sus décimos expuestos y sus ojos celestes encendidos. Teresa se murió sin que le tocara algo más que la pedrea, ¡pero cómo lo disfrutaba! Esa bomba de ilusión no está pagada. Cada año se pulía sin piedad los ahorros en todo tipo de décimos, series y participaciones con el mayor número de terminaciones posible, del cero al infinito. Mi padre no se queda atrás, pero más de lo mismo: ni un centimillo, oye. Y mira que le pone ganas y nos cuenta cada año, al detalle, la infinidad de cosas que haría por nosotros, con un pellizco de euros encima… Pasado el trance se abraza, como todos, al premio de la salud, que nunca nos falte.
Mi Cádiz es la cuna de la Lotería Nacional en este país (y ahora también acogerá el noveno Congreso Internacional de la Lengua Española, enhorabuena). ¡Se aprobó antes en Cádiz la lotería que la Constitución de la Pepa! Había que echar a los franceses en 1811, de modo que los premios salieron adelante para recaudar, para ganar la Guerra de la Independencia.
He recordado vivamente a mi abuela Teresa escuchando a Perla, la peruana desempleada que se enteró de que llevaba un primer premio dentro del mismo Teatro Real. Delante de una nube de periodistas, ella y sus hijos achacaban tanta buena suerte a los abuelos, que desde el cielo mediaron. Lo mismo que los dueños de la churrería de Roquetas, que cada año compraban el número preferido del abuelo fallecido, ése que ahora les va a solucionar la vida. ¿Y qué me dices del momentazo protagonizado por esos dos niños de San Ildefonso que cantaron el gordo? El uno, llorando de la emoción y diciéndole «te quiero» al otro, que no atinaba a meter la bola en el alambre.
Lo mejor del día de la lotería son estas pequeñas historias de problemas resueltos y sueños cumplidos. Historias que, escuchadas en otro momento, quizá nos parecerían ñoñas pero, ahora que anda el patio tan crispado y grosero, nos llegan a reconciliar con la humanidad.
Lo peor, a estas alturas de la película, es ser conscientes del efecto placebo, de que la vida sigue y, entre pedrea y pedrea, en el Senado han salido adelante la derogación del delito de sedición y la rebaja de penas para políticos malversadores. Reformas a la medida de quienes quieren romper España, agraciados ellos. Hay que reconocerle también a Pedro Sánchez su éxito como estratega y su buena racha, con premio de lotería incluido. ¿Continuará? Lo sabremos en próximas citas electorales.
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