Política

Partido a partido

Ya hemos olvidado lo del golpe del estado de las togas. Si hasta el discurso del Rey se ha quedado viejo

Se despide el año con el primer mitin electoral de un Pedro Sánchez a quien los indepes catalanes avisan ya que le van a pedir la luna en el 23 (o sea, algún tipo de referéndum de independencia o algo parecido) y Podemos arranca leyes muy pintonas para su electorado, pero tan poco eficaces como el ingreso mínimo vital o las ayudas a jóvenes o familias que lo necesitan de verdad, pero muy pocos lo obtienen por esa burocracia herrumbrosa que caracteriza la administración española. Se anuncian 200 euros para hogares vulnerables. ¿Llegarán a quienes los necesitan? Cabe preguntárselo. Y dudar. Los políticos venden, y la ineficiencia del sistema se encarga de poner las cosas en su sitio. La única respuesta posible a la pregunta de por qué siguen construyendo casas por el tejado, es que lo de poner cimientos requiere una imaginación y un esfuerzo, además de entrañar riesgos políticos, que nadie tiene el valor de afrontar. Así que he dejado de preguntarme por qué no se limpian o cambian los conductos de la administración antes de tratar de introducir por ellos cambios o preceptos que en su mayoría no llegarán al destino adecuado o prometido.

Menos mal que en el enésimo paquete de medidas socioelectorales anunciadas ayer por el más triunfante y seductor Sánchez, se incluye algo práctico y con visos de resultar efectivo: baja el iva a los alimentos básicos y se prorrogan los precios de los alquileres a quienes se les acaben los contratos ahora. Todo durante seis meses. Poco más del tiempo que falta para la primera cita electoral, la de mayo.

Subyace en la inevitable mirada global a todo esto la eterna sensación de que se juega partido a partido, como si le gestión de la cosa pública fuera una competición deportiva en la que lo importante solo es ganar. En este caso, sustento electoral y con él mantenimiento de poder e influencia. No se cambia lo esencial porque eso desgasta y no brinda resultados a corto plazo. Reformar la administración para agilizar sus procesos o comprometer a quienes en ella trabajan en el servicio verdadero a la ciudadanía, no rentan en las próximas elecciones. Todo lo más, en la Historia, pero ¿a quién le importa la Historia si lo que se juega es el presente o el futuro inmediato? ¿No son capaces hasta de reescribirla o echar tierra sobre ella con tal de mantener sus posiciones presentes y sus perspectivas de victoria la elección que viene?

Lo importante es el hoy, ese que parte de un ayer que se emborrona para que parezca lo que no es y un mañana para el que se promete lo que se sabe que no será posible.

Se juega tan al día, tan para salir del paso, que lo que ayer era una crisis institucional de dimensiones estratosféricas hoy está resuelto con una decisión del propio Poder Judicial en el Constitucional con los nombramientos anunciados el martes. Ya hemos olvidado lo del golpe del estado de las togas.

Si hasta el discurso del Rey se ha quedado viejo.

Suenan de fondo las campanillas de algún villancico, como todos los años. Nos deseamos felices fiestas y que el año que viene nos sea propicio. Algunas cosas no cambian. Otras sí. Se deterioran. Como el respeto de los gobiernos al país que gestionan, la consideración de los gestores a los ciudadanos sobre cuyas vidas deciden.