Política
Año de urnas... para variar
Hay tanto en juego que la tensión previa puede ser insoportable
Enfilamos este último día de un año que, con los acontecimientos vividos en nuestro patio político, muchos en forma de pasta de dientes sacada del tubo y muy difícil ya de retornar, bien podría contemplarse como la antesala de un periodo en el que, a medio o largo plazo, se pretende que muchas heredades del llamado régimen del 78 –algunas de primerísima importancia en el ensamblaje del actual estado de derecho– queden arrumbadas en el cajón de la historia reciente para dar paso tal vez a «otra cosa» y el que el eterno tufo preelectoral ha sido permanente y desgraciadamente inevitable ante las citas que aguardan. El año que mañana saludamos va a tener como protagonistas a las urnas, no solo en el crucial envite territorial del 29 de mayo y los comicios generales con fecha fijada legítimamente en exclusiva por la materia gris demoscópica de la Moncloa, sino en un pedaleo que puede ser tan rentable para Esquerra Republicana ante su feligresía como gravoso para los intereses del PSOE, como es la celebración de un referéndum, consulta, vinculante, consultiva o medio pensionista en Cataluña.
No hace falta ser el más avezado analista para colegir el panorama que se nos brindará en las primeras semanas del nuevo año en las que, salvo convulsiones no descartables, veremos una más que probable remodelación del gabinete de Sánchez relevando algunas piezas manifiestamente calcinadas o en otros casos sin haber pasado el corte del examen tras la ultima crisis gubernamental, con el objetivo de cuajar un gobierno de perfil más político que afronte próximas citas electorales –en especial la de mayo– con el colmillo retorcido que merece la ocasión. Los desafíos al estado de derecho vía órdago a la división de poderes quedarán enterrados entre las brumas navideñas a pesar de la esperanza de la derecha por que el ADN de la ciudadanía registre en su memoria recientes fechorías legislativas y el dinero –que lo hay– fruto del aumento recaudatorio y de los fondos europeos servirá para repartir dádivas y ayudar a la amnesia colectiva. El toque de corneta mira a la gran cita municipal y autonómica donde todo lo que no sea perder plazas clave, hoy en claro riesgo, será una victoria socialista, solo proporcional a la depresión de los populares si el mapa nacional no aumenta los tonos azules. Hay tanto en juego que la tensión previa puede ser insoportable. Pero, ¿quién dijo miedo? Feliz 2023.
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