Política
Fin de año
Que empiece ya el nuevo año porque de este ya estoy ahíto de falsedades camufladas y de conceptos tergiversados
Cuídese usted del monitor de yoga, sobre todo si vive en el País Vasco, porque tras de su oficio puede ocultarse un terrorista reconvertido –que no arrepentido–. El fin de año trae esta y otras novedades que resquebrajan, aún más que en el pasado, lo que antes creímos sólido. El chico –que ya no es tan niño porque desde hace dos años superó la edad penal– podrá extirparse con ayuda de la sanidad pública sus partes pudendas porque ahora le mola ser del otro sexo –y usted sin enterarse, ¡qué cosas!–. ¿Y qué me dice de la retahíla de aprobados administrativos que se prepara para premiar la indolencia y menospreciar la inteligencia en las escuelas? Por no hablar de la política esa del progresismo que ha trastocado la igualdad por la identidad y se desliza a todo correr por la pendiente de un estrecho nacionalismo incapaz de integrar a todo ese pueblo que según dice representa. En su obsesiva locura ha acabado, en estos últimos días, por facilitar una pronta libertad a violadores y pederastas; y por colmar de bendiciones a los robaperas que, apoltronados en los despachos oficiales de relumbrón, han llenado su monedero de dineros públicos para repartírselo a correligionarios, correveidiles, aduladores y amiguetes, haciendo, eso sí, patria porque, según dicen, no se han llevado nada al bolsillo mientras rellenaban generosamente la caja de su partido. Y encima hablan de polarización, achacando a sus oponentes que no doblen la cerviz mientras ellos se gozan con cualquier pecado, sea o no nefando, y se lo montan a costa de nuestro esfuerzo y sacrificio.
Menos mal que ha llegado el buen tiempo, incluso aunque sea impropio de estas fechas que nos asoman al año venidero, porque últimamente nos estábamos pelando de frío con eso de ahorro energético y la regulación a la baja de la temperatura. Pese a ello, permítame querido lector que cite la máxima pronunciada por el personaje encarnado por Anthony Hopkins en «Leyendas de pasión»: «¡Que se joda el Gobierno!» Y que empiece ya el nuevo año porque de este ya estoy ahíto de falsedades camufladas y de conceptos tergiversados, sobre todo por el esfuerzo que he tenido que hacer para comprenderlos, sin conseguirlo.
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