Benedicto XVI

Benedicto XVI, intelectual gótico y revolucionario

Dedicó gran parte de su vida al estudio del encaje de la fe con la razón y no eludió, incluso cuando era Papa, la discusión ideológica pública con figuras como Jurgen Häbermas

Joseph Ratzinger (1927-2022), Benedicto XVI, en sus conversaciones con su biógrafo, le recordó el consejo de San Francisco: «Haz primero lo necesario, luego lo posible; y quizá tengas oportunidad para lo imposible», recomendación que también serviría para los dirigentes españoles en el nuevo «año intenso» 2023 que anuncia Pedro Sánchez. El periodista alemán Peter Seewald, trabajó en Der Spiegel y Der Stern, publicó en 2020 una monumental biografía de Ratzinger que ya es una obra maestra del género, comparable a la de Samuel Johnson (1709-1784) –el que dijo que la patria es el último refugio de los cobardes–, escrita por James Boswell (1740-1795) y considerada hasta ahora como la mejor de la historia y el modelo a seguir.

Ratzinger no fue quizá el Papa más popular, pero sí el mayor intelectual que se ha sentado nunca en la silla de San Pedro desde donde, debido también a su edad de entonces, 78 años, se «propuso hacer lo que es posible en cada momento» y para él eso era –le explicó a Seewald– hacer que «la fe permanezca actual. Todo lo demás son cuestiones administrativas que no precisaban ser resueltas en mi tiempo». Benedicto XVI dedicó gran parte de su vida al estudio del encaje de la fe con la razón y no eludió, incluso cuando era Papa, la discusión ideológica pública con figuras como Jurgen Häbermas. Tildado de conservador, la lectura de su biografía descubre otras claves de la historia, la personalidad y las convicciones del sucesor del carismático Juan Pablo II. Puso en solfa el marxismo, arremetió contra los totalitarismos y también creía que «el objetivo exclusivo del beneficio, cuando es obtenido mal y sin el bien común como fin último, corre el riesgo de destruir riqueza y crear pobreza».

Ratzinger fue un también revolucionario que, al renunciar, abrió una nueva era en el Papado. Celestino V (1215-1296) fue el último en hacerlo por voluntad propia y, ahora, la decisión de Benedicto sienta un precedente al que podrían acogerse sus sucesores, el primero el actual, Jorge Mario Bergoglio, Francisco I, un Papa peronista/populista –aplaudido pero no seguido por Yolanda Díaz y Cristina Kirchner– frente al intelectual gótico que lo precedió, cómo fue calificado cuando fue elegido en 2005. Una pista, El gótico, hay que recordarlo, dejó entrar la luz en los templos y era más flexible que el pétreo románico anterior. Es necesario repasar, sin prejuicios, la trayectoria y obra del Papa fallecido y, en la España de 2023, recordar el consejo de San Francisco «haz primero lo necesario, luego lo posible...» que rescataba Ratzinger.

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