Selección Española

Una Selección sin pena máxima

El fútbol es gol. La posesión y el buen juego no suben al marcador

Luis Enrique era la víctima propiciatoria tras la eliminación ante Marruecos. La del entrenador es la primera cabeza que se suele cortar. Víctima del resultado, de su equipo, que ciertamente se escogió hombre por hombre en el caso del Lucho. Un conjunto de control –el estilo al que se aferra el Barça como un tótem sagrado– que también fue el patrón de juego de Suráfrica. Pero ahora sin pegada alguna. Sin brillo. Ni en el último lustro culé, ni en la actual Selección. Para jugar como los ángeles hay que contar con unos tocones mordaces y con unos puntas despiadados. Hoy no existe ni lo uno ni lo otro por mucho que se rasque. Por mucho que Luis Enrique lograra sacarles lo mejor y así fue hasta la mitad de lo recorrido.

Sin olvidar que el Lucho arrastraba una mala relación con buena parte de la prensa deportiva. En particular con la de Madrid. Incluso cuando aún era vikingo y vestía esa camiseta blanca que no guarda en su corazón según confesión propia. Le estaban esperando al asturiano de nacimiento y catalán por vocación. Y eso también ha pesado en su destitución. Aunque menos. Porque por mucho que en sus convocatorias brillaran por su ausencia los blancos, no es menos cierto que aquello que ha determinado su cese es el no pasar de octavos. Yendo de más a menos.

¿Podría haber hecho más la Selección Española? Sin duda, algo más siempre es exigible. ¿Pero estaba para llegar a la final como hiciera en Suráfrica? Y la respuesta, objetivamente, es que para nada. No hay suficiente calidad. Y mucho menos, pegada. El control sin definición da, a lo sumo, para empatar. No hay pólvora.

Hoy, el universo de candidatos a ser seleccionados no es el de 2010. Sobre todo en lo que a goleadores se refiere. Porque eso es lo que ha condenado a España en Qatar. La falta de gol. Luis Enrique contó con unos jugadores (en demasía los delanteros) que no atinan ni en los penaltis. 0 de 3 metieron ante Marruecos. Recordaron ese equipo del Barça que no supo hacer ni un sólo gol ante el Steaua de Bucarest en la finalísima de la Champions en Sevilla. De pena máxima. Y así, es imposible. La incapacidad para materializar las oportunidades convierte a España en un equipo mediocre. Por contraste sólo hay que ver a Francia. Juegan poco pero con poco tienen suficiente para meter la pelota entre los tres palos. Diríase que Francia es más Madrid y España más Barça. Mbappé es un fenómeno. El jugador más determinante del momento con permiso de Haaland. Y no es el único con gol en el equipo galo. Amén de saber aprovechar las oportunidades, como Messi con los penaltis. Leo no ha fallado esta vez cuando se le exigía. Sin eso jamás hubieran estado en la final. Ni se hubiera coronado mejor jugador de todos los tiempos. Si España hubiera aprovechado sus penaltis otro gallo cantaría. Como aquel Barça de antaño que no se la hubiera metido ni a un cancerbero manco. Si no eres capaz de meter ni una pena máxima a 9 metros, no sólo es inviable ganar. Es que no te lo mereces. El fútbol es gol. La posesión y el buen juego no suben al marcador.

Lo cierto es que los goleadores que se trajo Luis Enrique no atinarían ni con una portería de tres metros y medio de altura. Ferran Torres falla más que una escopeta de feria. Guardiola hizo un negocio redondo endosándoselo a Laporta. Y el también barcelonista Ansu Fati va camino de ser la eterna promesa. Le entregaron el 10 del Barça cuando el chico –a lo sumo– sólo apuntaba maneras. Ya luego y con el menisco averiado se quedó para medias partes y no para emular a delantero alguno con galones. Con Lewandovski al lado toda comparación es sangrante. Tal vez las gravísimas lesiones que ha padecido le hayan cortado la progresión al chico del último alcalde comunista de España. Pero lo cierto es que lo encumbraron más por necesidad que por convicción en un Barça mermado y alicaído tras su declive en Europa mientras se eclipsaba inexorablemente la generación de Messi. ¿Y Morata? La verdad es que tampoco está para alardes. Si así fuera jugaría para aspirar a Champions y su balance es de 0 goles en 5 partidos en la Orejona. Así, con esa hoja de servicios, es imposible aspirar a nada.

Si estos delanteros dan para lo que dan, lo lógico sería su relevo. Ocurre que las estadísticas son crueles con el resto. La cantera nacional del Barça parece especializada en tocones. No sacan un buen 9 desde la época de Kubala. Y la del Madrid se ha atascado. El último 9 fue Raúl que seguía los pasos de otra leyenda, Butragueño. Sólo hay que repasar el Pichichi de la vigente Liga de las Estrellas para constatar que no hay tampoco un Villa que afine delante. Manda la competición un equipo como el Barça al que han vuelto a vapulear en Europa. Ese es el nivel.

Siendo objetivos, lo tiene crudo el nuevo seleccionador que llega como de entrenar a los juveniles. Claro que Guardiola tampoco estaba mejor cuando Laporta le dio el mando.

Da igual. No hay materia prima para esperar mucho más que la pedrea. Hace falta una nueva generación de jugadores que hoy no está en la Liga española.