Cataluña

Otra TV3, otras maneras

Cuando se opta, no por talibanes sino por profesionales contrastados, el centro de gravedad se desvía del adoctrinamiento hacia la elaboración de un buen producto que no insulte la inteligencia del espectador

Debo confesar que cuando este lunes se me comentaba el dato de audiencias televisivas en los programas especiales de las campanadas, no daba crédito al hecho de que, tras el arrollador tsunami de Cristina Pedroche en Antena 3 seguida cada vez más de lejos por TVE, la tercera televisión más vista a nivel nacional para dar la bienvenida a 2023 fuese una autonómica como TV3, muy por encima de otros gigantes generalistas como tele 5. El dato, tan real como contante y sonante sugiere alguna reflexión a la hora de contemplar la manera con que pueden hacerse las cosas en medios de comunicación públicos y en buena parte financiados por todos.

Es cierto que TV3 siempre ha estado en la vanguardia a la hora de elaborar programación de calidad, como también lo es que ha sabido situarse desde hace décadas como primer referente de la mayoría sociológica en una comunidad compleja donde las haya, elementos que se mantienen en la actualidad, aunque con algunas sensibles diferencias no solo de matiz. Frente a lo que ocurría en etapas anteriores, ya no se confunde un medio vanguardista en la elaboración de contenidos, con la condición de punta de lanza en la descarada defensa de determinadas posiciones políticas proclives al nacionalismo radical, cuando no directamente al independentismo.

La TV3 actual ha caído en la cuenta –cosa digna de celebrar por todos– de que hacer televisión o radio de calidad, no tiene porqué ir aparejado a la burda manipulación informativa de otro tiempo bajo el mensaje subyacente y nada gracioso de la «puta España». Me atrevería además a añadir que, cuando se opta, no por talibanes sino por profesionales contrastados, el centro de gravedad se desvía del adoctrinamiento hacia la elaboración de un buen producto que no insulte la inteligencia del espectador. También me atrevo a pensar –y con conocimiento de causa– que algo tiene que ver el hecho de que algunos de los actuales timoneles o referentes de TV3 no hayan estado precisamente desde sus orígenes profesionales encerrados en el bucle del caserío –en este caso la masía– sino que son periodistas con unos cuantos años de servicio en la capital del estado –donde han comprobado que no llevamos rabo, cuernos y patas con cerdas– y sobre todo viajados… muy viajados y eso se nota en una televisión que, como siempre permanece abierta al mundo pero ya sin necesidad de cerrarse a España.