Economía

Acertados consejos ante nuestro futuro

«La compleja situación actual exige políticas económicas coherentes entre sí, destinadas a preservar la estabilidad macroeconómica»

Sostenía, en LA RAZON, el pasado 22 de enero, que debería elogiarse de manera extraordinaria a un famoso profesor universitario español, Enrique Fuentes Quintana porque había sido capaz de alejarse de veleidades keynesianas, aparentemente cómodas para nuestro Poder Ejecutivo, especialmente a partir de 1975. Pero he ahí que nos encontramos ahora en otro momento calificable de Transición, respecto a la economía española, ya que ésta ya no depende exclusivamente de las decisiones que se deciden en La Moncloa, sino de lo que el conjunto europeo, al que pertenecemos, orienta obligadamente. Eso sucede ahora ante la inflación, que percibe todo el conjunto español, estando obligado a seguir la política que intenta orientar el Banco Central Europeo (BCE). No hacerlo sería un disparate.

En relación a todo esto, es obligado tener en cuenta, en este momento delicadísimo, que el actual Gobierno Sánchez ha mostrado, una y otra vez, actitudes que recuerdan, o que quizás imiten, las que llevó adelante Rodríguez Zapatero, hasta hundirnos en una crisis económica colosal. De ahí que convenga buscar orientaciones adecuadas con especial valor científico, y recordar al conjunto de expertos con los que ha contado y cuenta el Banco de España, y que han reforzado su papel, como consecuencia de la estatificación de esa Institución crediticia básica.

Históricamente, destacan en ella excelentes economistas que asumieron esa responsabilidad, de modo oportuno, y sin importarles que los gobernantes del momento resultasen afectados críticamente. Basta citar nombres como los de Olariaga, Fernández Baños o Sardá, por poner un mínimo ejemplo. Olariaga fue uno de los autores que iniciaron las críticas a la conducta del Banco de España –cuando era entidad privada–, exponiéndolo en la revista España, de Ortega y Gasset. Fernández Baños se exilió de la zona republicana, en la Guerra Civil, por su talante crítico. Y para no mezclar situaciones alejadas históricamente, no es posible olvidar lo que significaron los consejos de Sardá, que orientaron el gran y positivo cambio que dio nuestra economía, a partir de 1950; baste, en este sentido, recordar el homenaje que, por ello, economistas y políticos le dieron, no ha mucho tiempo, en Barcelona.

Y he aquí que, desde hace pocos años, se encuentra, como Gobernador del Banco de España, otro excelente economista, Hernández de Cos. Ante la actual realidad económica, los análisis por él expuestos para su adecuada mejora han sido valiosísimos. Todos los economistas recordaremos su espléndida intervención en el Senado orientando –desgraciadamente, sin que se aceptasen sus puntos de vista–, la marcha que debería haber tenido el Presupuesto de 2023; ahora, ya vemos lo acertado que hubiera sido tenerlo en cuenta.

Mas, de pronto, y exactamente ante una economía española ya muy débil, surgieron dos golpes muy peligrosos: el de una pandemia provocada por el Covid 19 y, de manera inmediata, el estallido de la guerra entre Rusia y Ucrania. Unas consecuencias de ello bien visibles son, junto con la inflación, las crisis energéticas o los debilísimos crecimientos del PIB. Merece mencionarse la espléndida intervención de Hernández de Cos en el reciente homenaje a Fuentes Quintana celebrado en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, precisamente en relación con nuestras posibilidades ante esta dura situación. La lectura de todo el texto de Cos resulta fundamental, pero destaco aquí cómo concluye, indicando que «la compleja situación actual exige políticas económicas coherentes entre sí, destinadas a preservar la estabilidad macroeconómica». Esto implica, «en primer lugar, (tener) una política monetaria concentrada en garantizar la estabilidad de precios. En segundo lugar, una política fiscal que combine la necesaria reducción de los desequilibrios fiscales existentes, con el apoyo a las rentas de los hogares y empresas más vulnerables, y una mayor aportación al crecimiento potencial de la economía. En tercer lugar, un pacto de rentas que distribuya equitativamente, entre empresas y trabajadores, los costes del encarecimiento … y evite presiones inflacionistas adicionales. Por último, unas políticas de oferta que permitan reducir nuestras dependencias energéticas, aumenten la productividad, y el empleo potencial. Todo ello combinado con una profundización en el proyecto europeo, que fortalezca el buen funcionamiento del mercado único». Esto es lo adecuado y es también, justamente, lo señalado por los expertos económicos mundiales que observan la actual crisis económica, como podemos ver señalado por Bouniel Rouline, bajo el título de The easy money trap and the Boom-Bust Cycle, en la obra Megathreadtp (2022).

Por todo lo expuesto como adecuado para la política económica –dada una situación peligrosa, como la actual–, nos convencemos de la certeza, como señalara Garcilaso de la Vega, en un famoso soneto:

«Cuando me paro a contemplar mi estado

y al ver los pasos por do me han traído…»,

que está justificadísimo el consejo de Hernández de Cos.