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Opinión

El rey del mundo hace el ridículo en Rabat

Conviene no olvidar que Mohamed VI tiene trincado a Sánchez por las gónadas

“Cuando Rajoy iba a las citas internacionales, no hablaba con nadie. Sánchez acapara todas las miradas en las cumbres, el resto se sube a su carro y aplica sus propuestas. ¡Qué diferencia tan grande!” Además de un jeta que se deja invitar a yates de lujo por proveedores municipales, el alcalde de Valladolid, Óscar Puente, es un pelota. El problema es que la España sanchista está atestada de babosos aduladores; sin ir más lejos, la absolutísima mayoría de la profesión periodística. El propio protagonista, que es la antítesis de la humildad, se ha jactado en Davos y otros foros internacionales de que “nunca antes” España había tenido tal protagonismo a nivel internacional. Debe ser que no había nacido cuando Suárez era portada de los principales periódicos del planeta por la forma en que nos conducía de la dictadura a la democracia. Tampoco debía haber venido al mundo cuando González trataba de tú a tú a Mitterrand, Kohl o la mismísima Thatcher. Y debía ser aún un niño de teta cuando Aznar conseguía lo que le daba la gana en esas cumbres de la UE que llevaba hasta la extenuación -decía “no” hasta que de madrugada nuestros socios le decían “sí”- y cuando nos colocó en la primera división mundial con una interlocución preferente con Bush. Pero no, Pedro Sánchez no era en los 80, en los 90, ni en los dosmiles un imberbe porque nació en 1972. Quizá es que su infinito narcisismo le nubla. Lo cierto es que cada vez que abre el pico jura y perjura que somos “los líderes mundiales” en la materia de la que se está hablando. “España es líder global en transición ecológica”, aseguró el 17 de enero. “Somos líderes mundiales en energía eólica”, añadió siete días más tarde. El año pasado no fue la excepción que confirma la regla. En mayo manifestó que somos “líderes mundiales en sostenibilidad”. “Vamos camino”, auguró en octubre, “de convertirnos en líderes mundiales en producción de coches eléctricos”. En 2021 el ego se le fue literalmente de madre con tres pedazo de bulos: “Somos líderes mundiales en vacunación”, “somos líderes en turismo” y “somos líderes en recuperación económica”. ¡Y qué me dicen de los esfuerzos de Moncloa por resaltar en los medios el hecho de que la entrevistadora de una TV estadounidense lo comparase físicamente con Superman! Se puede ser más pueriles pero no más memos. El mismo ridículo, planetario, hizo las dos primeras ocasiones que coincidió con Biden. En la primera de ellas, una Cumbre de la OTAN en Bruselas, le persiguió cual vulgar cazautógrafos y el emperador pasó olímpicamente de él. Moncloa y sus periodistas de cámara calificaron a priori la cumbre hispano-marroquí de esta semana en Rabat de “histórica”. Como si Suárez, Calvo-Sotelo, González, Aznar, Zapatero o Rajoy nunca se hubieran reunido con el Rey, ya fuera Hasán II en el caso de los tres primeros o Mohamed VI en el de los dos últimos. Y ciertamente fue “histórica” porque es la primera vez que el Comendador de los Creyentes da plantón a un premier español. Las carcajadas aún se escuchan en Gabón, donde el monarca alauita lleva un mes de vacaciones. Parafraseando a Óscar Puente, ¡qué diferencia tan grande entre el peripatético Sánchez y sus predecesores! El trato, de todas formas, es el normal de un capo a su vasallo. Conviene no olvidar que Mohamed VI tiene trincado por las gónadas a Sánchez al haberle pinchado el móvil y al haber permitido que Begoña Gómez se forre allí con business no del todo aclarados. Sea como fuere, sí somos líderes en algo: en ridículos mundiales.

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