Sin Perdón

La actuación ejemplar de los Reyes

«Una alta magistratura no está para ejercerla solo en los momentos agradables sino, sobre todo, en los desagradables»

Es difícil expresar la terrible realidad que se vive en las zonas azotadas por la catástrofe. Las imágenes son desoladoras y el dolor de las víctimas no puede paliarse. Hay una situación de indefensión, soledad y abandono. La magnitud del desastre no tiene parangón, aunque la labor abnegada de decenas de miles de bomberos, personal sanitario, miembros de las fuerzas armadas, voluntarios… es espectacular. No sigo con la lista, porque es enorme. Hay zonas en las que falta todo y además contemplan el futuro con la lógica preocupación ante un porvenir muy incierto. Por tanto, es comprensible el enfado y la indignación. Una vez más, hay que exigir que nadie la intente utilizar políticamente. La mejor respuesta la tuvimos ayer con los Reyes. A pesar de las protestas, los inaceptables insultos y el lanzamiento de objetos, no solo aguantaron, sino que se aproximaron a sus conciudadanos que estaban expresando su dolor. Era impresionante ver al Rey y la Reina hablando con los vecinos y abrazándolos para mostrarles su afecto y proximidad. No era una situación fácil, pero estuvieron a la altura de las circunstancias sin importarles la tensión que se vivía. Es la labor que le corresponde a la jefatura del Estado.

Lo cómodo era no acudir o marcharse cuando comenzaron los incidentes. No lo hicieron y es algo lógico en el primer servidor del Estado. Tanto el Rey como la Reina estaban llenos de barro en sus ropas y tenían el rostro desencajado ante el dolor los ciudadanos. La decisión de romper el cordón de seguridad y acercarse a ellos muestra su grandeza, porque una alta magistratura no está para ejercerla solo en los momentos agradables sino, sobre todo, en los desagradables. El enfado ciudadano no iba con ellos, pero es igual porque lo importante, como dijo luego Felipe VI en el centro de mando, es que «hay que garantizarles que el Estado en toda su plenitud está presente». Los que se preguntan para qué sirve la Corona tienen la mejor respuesta con lo que sucedió ayer. Al margen de ideologías, luchas partidistas o intereses personales, los Reyes estuvieron, como siempre, donde tenían que estar. Y dentro de unos días regresarán. Es lo que tienen que hacer. Con su ejemplar actuación mostraron que lo único que les importa son los españoles y sus preocupaciones.

Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)