El buen salvaje

El apocalipsis según el editorial de «The Guardian»

La Prensa extranjera más «woke» vuelve a poner el foco en una España que parece que enjaularía a los emigrantes y le quitaría el poder a los jueces, que es lo que, sin embargo, quería hacer Sánchez.

Esta semana, «The Guardian», uno de los mejores diarios pijiprogres de Europa, me sorprendió con un editorial que más bien parecía de un tabloide «working class» o una locución de las que encarga Rupert Murdoch a la Fox, en el que retrataba a Sánchez como el salvador de Europa, un Napoleón alargado, un Carlomagno de altura. Vaya, que si España no le vota, el continente estaría en manos de la extrema derecha o la derecha extrema que es lo que dicen en Moncloa. Han llegado las Brigadas Internacionales, con George Orwell a la cabeza, a prestar servicio a las tropas republicanas visto que Feijóo, como puede ver todo el mundo con solo mirarle a la cara, va a dinamitar la Unión Europea con su rebeldía fascista. ¡Si es que el gallego me lleva unas crestas últimamente!

Como pasó en los episodios nacionales del «procés», la Prensa extranjera más «woke» vuelve a poner el foco en una España que parece que enjaularía a los emigrantes y le quitaría el poder a los jueces, que es lo que, sin embargo, quería hacer Sánchez. Así que Gran Bretaña sigue siendo una democracia después del Brexit y de padecer al borrachuzo de Boris Johnson, según las crónicas que llegaban de la pérdida Albión, pero como Feijóo aterrice en Moncloa vestido de verde cual Zelenski celta aquí no volvemos a ver una despedida de soltero «british» en Benidorm, de las que acaba con los calzoncillos, o las bragas, en la cabeza.

Hay un argumentario abusón según el cual la derecha puede gobernar en cualquier lugar menos en España, y eso que ya se exhumó a Franco, pero Franco no puede volver de la tumba porque ya no sabe ni dónde carallo está. A ese demonio lo saca a pasear sin rubor la izquierda burda (ya no quedan intelectuales sino instagramers), la izquierda de aquí y por lo visto también la de fuera para la que España es franquista en general, autoritaria con Cataluña en particular y antiecologista con sabor a fresa, las que van a dejar de comprarnos por nuestro bien porque estamos ahogando el planeta por poniente.

En el discurso apocalíptico no hay ningún apunte a pie de página sobre la radicalidad del contrario, no ya de los socios, que lo fueron siempre, sino del salvador de Europa, que ha entrado en el metaverso para hacer todo a la vez en todas partes, con parada, claro, en los años treinta. Nuestro «handsome» es un Fitzgerald ebrio incluso en modo abstemio, pasado de metaalgo, como ese Zuckerberg que elige qué nos conviene hablar como si se escupiera.