El trípode del lunes

Aprender de la emergencia por una tragedia

Con la tragedia ya en pleno desarrollo, la imagen de Sánchez huyendo del lodazal de Paiporta al comprobar que los valencianos no le recibían como los hindúes, queda registrada para la Historia.

La gran victoria de Donald Trump el martes siguiente al del martes desencadenante de la tragedia de la «gota fría» –hoy bautizada como DANA en honor a la diosa de la nueva religión climatológica– motivó que ésta compartiera espacio informativo con él. Pero su interés no ha decaído ante las consecuencias de esa tremenda catástrofe. A medida que pasan los días, surge más información relativa a su génesis y desarrollo a partir del pasado «martes negro» del 28 de octubre. Lo cierto es que ni el gobierno de España ni el autonómico valenciano estuvieron a la altura de la responsabilidad exigible ante esa «emergencia» que todavía espera a ser declarada de acuerdo con la ley 17/2015 que regula el Sistema Nacional de Protección Civil y Emergencias. Con Sánchez en la India, la ministra Teresa Ribera –como opositora a una vicepresidencia de la Comisión Europea– entre Bruselas y París y Carlos Mazón de comida y larga sobremesa con una periodista, el debate está centrado por uno y otro lado, en las alertas que debieron comunicarse y en la respuesta dada por unos y otros. En ese «hit parade» ocupa un lugar preferente, y en primer lugar Pedro Sánchez con su sentencia «si necesitan ayuda, que la pidan» que es una auténtica declaración de intenciones respecto a la actitud del Gobierno ante la catástrofe. Junto a él, la ministra de Defensa Margarita Robles merece también ser destacada: «las Fuerzas Armadas no están para hacer lo que corresponde a otras instancias», mientras por su parte, el presidente Carlos Mazón, ilocalizable durante largas horas por un interesante almuerzo, no hizo ninguna declaración destacable. Con la tragedia ya en pleno desarrollo, la imagen de Sánchez huyendo del lodazal de Paiporta al comprobar que los valencianos no le recibían como los hindúes, queda registrada para la Historia. Solo han brillado en medio del horror, la gran cantidad de abnegados y anónimos voluntarios, y los militares, policías y guardias civiles cuando sus respectivos jefes, les autorizaron a desplegarse sobre el terreno arrasado por las aguas y el fango. Y por supuesto los Reyes, que dieron la cara con la dignidad y proximidad debida a las víctimas de la tragedia, en momentos de grave tribulación. A la espera de las tareas de rescate de los desaparecidos, de ayuda a las víctimas, y de rehabilitación de las infraestructuras y viviendas destruidas, ya se puede extraer una consecuencia debida. Y es que nunca más se produzca una tardanza y descoordinación similar a ésta, en avisar a la población y en movilizar a los medios de primer auxilio y rescate necesarios. Y con un mando único ante la emergencia declarada.