A pesar del Gobierno

Huelga, motivos y resultados

La Razón
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Pues ya tenemos la segunda huelga general anunciada en España contra el Gobierno de Mariano Rajoy, y en otros países de Europa contra la "austeridad".

Motivos hay de sobra para rechazar a las autoridades: todas ellas han proclamado reducciones del gasto público que no han realizado en la medida suficiente, y todas han subido los impuestos, es decir, todas han forzado a ciudadanos y empresas a una austeridad aún mayor. Pero no es tal el motivo de la protesta sino el contrario: los sindicatos y la izquierda, paradójicamente, se quejan por un abultado recorte del gasto público que no ha existido, y demandan más dispendio como "política de crecimiento", onerosa estrategia en la que, más paradójicamente aún, coinciden con los mismos Gobiernos contra los que despotrican. El disparate se explica quizá porque los sindicatos creen que no pueden decir otra cosa, y no pueden pedir más libertad para los ciudadanos. Este desconcierto sindical se suma, aquí y fuera de aquí, a la debilidad de una izquierda que ha aplaudido la huelga atribuyendo nuestros males a una supuesta derecha liberal que no está ni se la espera. Esta confluencia nacional e internacional puede darle aires a la jornada, pero acarrea el riesgo de hundir a los convocantes todavía más en el descrédito, y otro riesgo derivado: para evitar el fracaso, sindicatos e izquierda pueden apostar por lo que da resultado en este tipo de acciones: la violencia. En efecto, la única forma en que la huelga tenga de verdad un éxito apreciable sería que violar descaradamente el derecho de los trabajadores a trabajar y el de los ciudadanos a circular en paz y libertad. Algunos sindicatos, acaso previendo estos peligros, ya se están desvinculando, como la confederación sindical médica CESM, mayoritaria en la sanidad. Ignoramos, claro está, si el resultado será un fracaso o no. Si sabemos, en cambio, que los ciudadanos, precisamente los que están intentando sacar la economía adelante frente a todas las trabas que les imponen los políticos y los sindicatos, pagarán, como siempre, las consecuencias.