El canto del cuco

Contra el «voxismo» y el «sanchismo»

Para llevar a cabo la política de concordia sobran los exabruptos y los «machos alfa»

El desacuerdo de Extremadura entre el Partido Popular y Vox pone de manifiesto de cara a las elecciones generales la distancia entre ambas formaciones –de fondo y, sobre todo, de forma–, que dificulta la formación de un gobierno conjunto en España. Para la abrumadora mayoría de españoles partidarios de desalojar a Pedro Sánchez de La Moncloa y de acabar con el «sanchismo» desde posiciones moderadas, la actitud del partido de Abascal no facilita las cosas. Es normal que no quiera ser el convidado de piedra, pero su desaforado afán de ocupar sillones a toda costa y caiga quien caiga desvela sus verdaderas intenciones, no demasiado «patrióticas». Parece que se está imponiendo dentro de esta organización el ala más extremista, que ya es decir, lo que empieza a resultar peligroso y puede estar obligando a pensar el sentido de su voto a muchos que un día votaron al PP, lo mismo que les está ocurriendo en el otro lado a antiguos votantes socialistas. Lo comprobaremos dentro de un mes. No hay que descartar una holgada mayoría de Alberto Núñez Feijóo para acabar de una vez con el gatuperio y la incertidumbre.

Se presenta Feijóo con unas líneas de actuación que se apartan claramente del «voxismo» y del «sanchismo». Se propone, en primer lugar, acabar con la política de bloques enfrentados, favorecida por Sánchez y Abascal, y establecer acuerdos transversales entre las distintas fuerzas políticas y sociales. Es la vuelta al consenso y al compromiso, que tan buen resultado dio en su día. No es señal de debilidad, como pregonan los cavernícolas, sino de fortaleza y responsabilidad. Ya es hora de acabar con el frentismo y la intransigencia. Otro de sus compromisos importantes, que contrasta directamente con el comportamiento de Pedro Sánchez, es precisamente el de cumplir lo que se promete, sin llamativos «cambios de opinión» destinados a alcanzar y mantenerse en el poder. Recuerda esto el «puedo prometer y prometo» de Adolfo Suárez y aquel memorable eslogan de «UCD cumple». Un tercer aspecto destacable es la huida del centralismo favoreciendo el pluralismo y la autonomía política de los dirigentes de las comunidades, aunque esto tiene el riesgo de la ingobernabilidad si se va de las manos, como puede estar pasando en Valencia y Extremadura, tan distintas, tan distantes.

Para llevar a cabo esta política de concordia sobran los exabruptos y los «machos alfa». Como dice Ortega en «La rebelión de las masas», la España mejor no está, acaso, en el pasado, sino en el porvenir. Porque «las naciones se forman y viven de tener un programa para mañana».