El trípode
La calidad democrática sanchista
Por si alguien todavía no se había enterado, recordamos que Sánchez no llegó a la presidencia del gobierno a través de las urnas
Por si alguien todavía no se había enterado, recordamos que Sánchez no llegó a la presidencia del gobierno a través de las urnas, donde como candidato socialista obtuvo dos contundentes derrotas en seis meses –las mayores recibidas por el PSOE desde la Transición– sino por medio de una moción de censura, y teniendo su grupo parlamentario, con él como secretario general y candidato, tan solo 84 diputados. Por si esas singulares circunstancias no fueran suficientes, –al tratarse además de la única censura triunfadora hasta el momento–, es importante recordar que la motivación de la moción fue «para garantizar la calidad de nuestra democracia, amenazada por la corrupción del PP». Más de seis años después de aquel 1 de junio de 2018 en que resultó investido por el Congreso, es oportuno hacer un balance de la calidad de nuestra democracia con el sanchismo. Hay diversos parámetros para poder evaluar la calidad de una democracia pero la primera sin duda es el respeto a la división de poderes, fundamental en una democracia parlamentaria, y que el mismo Sánchez se ha permitido cuestionar, al afirmar estar dispuesto seguir en el gobierno aunque no cuente con «el apoyo del poder legislativo», que según él, «no tiene una actitud constructiva». Podríamos continuar exponiendo hechos que no acreditan, sino todo lo contrario, haber mejorado nuestra «calidad democrática», pero esa afirmación que está corroborada por la fuerza de los hechos delata una deriva autoritaria más propia de Nicolás Maduro, –líder tan venerado por sus socios de gobierno de Poder y de Sumar– que de una democracia occidental, liberal y parlamentaria como la española. En los escasos 10 meses transcurridos desde su investidura en esta XV legislatura, el jueves 16 de noviembre pasado, es evidente la carencia de un sostén parlamentario estable lo que le ha provocado una auténtica incapacidad de aprobar leyes. Comenzando por la ley de Presupuestos que es la principal para cualquier gobierno digno de tal nombre, es decir que aspire a gobernar y no simplemente a «estar en el poder» que es lo que de hecho está haciendo en este tiempo. Ante la dificultad de que una moción de censura le pueda cesar dada la estrecha relación del PNV con el PSOE con quien gobierna en coalición en el País Vasco y en las diputaciones forales y ayuntamientos, y la que también mantiene con ERC, solo sería posible con la colaboración de Junts. Sánchez lo sabe, y aunque no puede gobernar no está dispuesto a convocar elecciones. Una prueba de la calidad democrática a la que ha llevado a España.
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