El buen salvaje

La cara naranja de Abascal nos pone colorados

No vamos a dejar de consumir hamburguesas ni películas de la hora de la siesta para comer palomitas con cintas chinas porque América es más que Trump

A Abascal, que conoce tan bien los entramados de la guerra etarra, no se le oye cuando la injusticia va por otros mundos y otras veredas, tan mal diseñadas como las que tuvo que sufrir en tardes de invierno en las que la lluvia emputecía las raíces de los árboles y las nueces. Por ejemplo, Bukele admitiendo a inocentes en una cárcel de alta seguridad. Un presunto de la mafia salvadoreña por la forma de vestir. Joder, Santi, «Patria» daba en el clavo, pero su partido, tan católico de boquilla, admite sin rechistar que el señor naranja juegue con las vidas humanas como si fueran trozos de tierras raras y no retazos de un Dios verdadero. La derecha más radical de Europa ha de tentarse las ropas ante lo que estamos viendo en Estados Unidos. Una cosa es declararse anti-«woke», como sería cualquier persona con sentido común, bueno, lo que yo entiendo por sentido común, y otra, amancebarse con estas ideas tan locas como las anteriores, solo que al contrario. ¡No esto, no es esto! ¿Cómo explica esa derecha de Vox no solo lo de las libertades, que a lo mejor encuentra una parroquia que lo entiende, sino lo de los aranceles que hacen pupa al campo español de donde sacan los votos? Antes, era Podemos el que cabalgaba contradicciones, sobre todo de bragueta, el asquito de las poluciones de Errejón, pero el péndulo va hacia el otro lado y se encuentra con el pecho lobo de Abascal a la espera de una respuesta.

El partido de Santiago nos debe una explicación, para saber de qué lado estaría hasta un cuarto de los electores de saber lo que piensa. La geoestrategia mundial no es tan sencilla de seguir. Ni en Gaza son todo almas pueriles, seres de luz, ni Ucrania es la gran mártir del mundo. Pero así lo han creído los líderes de esta parte cuasiafricana, lo mismo que con Trump, que se hace antipático pudiendo ser agradable como un mal anuncio de colonia. Pero como hablamos del actual mandatario de Estados Unidos, lo suyo es preguntarle a su gran defensor. No vamos a dejar de consumir hamburguesas ni películas de la hora de la siesta para comer palomitas con cintas chinas porque América es más que Trump y porque haría falta una generación al menos para borrar de nuestros recuerdos la cultura que debate nuestros sesos, pero, Santi, siendo como parece un «hombre de orden», quisiera saber si le parece bien lo de las deportaciones, usted que se muestra tan en contra de la emigración, y de que a España se la trate como en el cuento de la criada. Vamos que si Trump es lo que esperaban o si les ha salido rana.