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Cavernarios
Las leyes que protegen a los menores provocan un absurdo penal: el delito sin delincuentes
Las agresiones sexuales cometidas por menores de 14 años son de «gravedad máxima», dicen las autoridades. Y tanto. Con cierta frecuencia, vienen sucediendo hechos escalofriantes protagonizados por niños. Hay quien pide la rebaja de la edad penal para que los menores, exentos de responsabilidad en razón de su edad, puedan ser encausados y condenados. Pero los legisladores, y la doctrina al respecto en los países autodenominados «avanzados», no contemplan ni de lejos la posibilidad de hacer responsables de sus actos a los menores. Incluso aunque hablemos de «niños» capaces de cometer «delitos sexuales» con igual –o más– violencia y salvajismo que los adultos.
Los políticos, ante hechos delictivos de esta naturaleza, siempre responden lo mismo: hay que estudiar con calma el asunto, que es muy complejo y sensible, no se puede legislar «en caliente» (manida expresión, majadera donde las haya)… La paradoja es que hay niños que cometen hechos delictivos y, sin embargo, no pueden ser considerados malhechores. Las leyes que protegen a los menores provocan un absurdo penal: el delito sin delincuentes. Con la excusa de que otorgan «derechos» a los niños, los desprotegen al convertirlos en criminales precoces y entusiastas a quienes el delito no impresiona porque no conlleva castigo. El respeto a la ley se debería aprender desde la infancia, pero las leyes sobre menores están teniendo perniciosos efectos, evidentes después de décadas sembrando desastres existenciales en incontables niños, que están creciendo hoy como en la época de las cavernas, cuando probablemente imitaban las fornicaciones de sus mayores, y desde muy pequeños usaban la violencia como elemento normalizado de crecimiento y relación social, mientras se encontraban descomunalmente solos, desamparados ante un mundo escalofriante y hostil. Los agresores sexuales que son menores se saben impunes, intocables como súper héroes malignos. Los superpoderes de un menor que delinque no son de carácter mágico, sino estúpidamente «legal». Por eso hay menores que no dudan en delinquir si tienen oportunidad. Y es que, cuando se declara legalmente irresponsable a alguien, lo lógico y normal es que termine cometiendo actos irresponsables.
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