
Y volvieron cantando
El centro renqueante
Relato y carga política no han sido precisamente los fuertes del centrismo y en los tiempos que corren aún menos
El centro político siempre ha resultado ese espacio mostrado ante los ciudadanos como el mejor antídoto para frenar a los radicalismos, o tal vez como esa zona de confort con capacidad de absorción, que aglutina sensibilidades transversales pero que en momentos de marejada social acababa por convertirse en lo mas parecido a la quisquilla que se lleva la corriente ya saben, no es lo mismo estar en el centro que estar en el medio y en el caso español no hay más que preguntar a Albert Rivera, Inés Arrimadas, Rosa Díez o echando mucho la vista tras a las UCD o CDS de Adolfo Suárez. Ahora, con el avance de la ultraderecha en Europa y de opciones de extrema izquierda no precisamente ancladas en la responsabilidad y el realismo político como la del francés Melenchón, los partidos convencionales del centro derecha o el centro izquierda -siempre el centro- han optado, primero por apuntalarse el reparto de cargos en las altas instituciones de la UE tras los comicios continentales de junio y después por el establecimiento de una serie de cordones sanitarios que a la larga lo que pueden acabar es aplastando a las opciones moderadas en un espacio cada vez más constreñido y en consecuencia menos confortable.
El centrismo europeo se ha instalado en el cortoplacismo, en salvar muebles y parar golpes puntuales, tal vez ignorando que los extremos especialmente en el contexto actual han llegado par quedarse y van a reclamar permanentemente su cuota de protagonismo. El europarlamento ha optado por el dominio de alianzas entre las fuerzas sistémicas estableciendo un cordón sanitario que en principio impedirá a las fuerzas de ultraderecha violentar el día a día, pero se han cometido errores de bulto en esa ausencia de luces largas marginando a actores como la italiana Meloni sencillamente por considerar que los conversos aun no son necesarios. Craso error de consecuencias poco previsibles. El centro político encuentra razón de ser -que le pregunten al bueno de Macrón- en circunstancias de especial estabilidad y paz sociológica, pero, cuando la economía, la seguridad o sobre todo la inmigración empiezan a calentar filamentos, el discurso de la política convencional siempre amparada en el mantra de las muy cómodas zonas templadas acaba saltando por los aires. Relato y carga política no han sido precisamente los fuertes del centrismo y en los tiempos que corren aún menos.
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