Declaración de la Renta

El buen salvaje
El español se hace global cada vez que Rosalía (esa sí que podría cantar «Libertad sin ira», horteras de Presidencia y las siete chimeneas) o Bad Bunny sacan un disco
El español galopa a ritmo musical latino. Su influencia es inversamente proporcional a lo que hace el Instituto Cervantes de Luis García Montero que se presta a los actos de Franco –¿para cuándo uno de Alberti, Luis, de cuando Alberti llevaba mono azul?– y esos asuntos que interesan a todo el mundo. El español se hace global cada vez que Rosalía (esa sí que podría cantar «Libertad sin ira», horteras de Presidencia y las siete chimeneas) o Bad Bunny sacan un disco.
Ahora ha sido Bad Bunny, el latino más escuchado en Spotify, el que ha lanzado un cañonazo de nieve desde Puerto Rico para dejarnos helados con la brisa del Caribe. Reguetonero, trapero, y ahora hasta salsero, le saca los colores a cualquier juntaletras que pide el Princesa de Asturias y a los que saben bailar de oídas, que es una manera de hacerlo en sueños, pero no de verdad. Bad Bunny ha conseguido lo que los progres pensaban que nunca se lograría: hacer que el perreo se vuelva una canción protesta mientras se sigue chingando y bebiendo. Bad Bunny ha hecho lo que los Beatles cuando volvieron de la India, cambiar un género sin que se alteren las ganas de salir a la pista tengas la edad que tengas. Nunca es tarde para aprender salsa (como flamenco). Las bailaoras rellenas de años saben mejor dónde dar la patá.
Bad Bunny, joven y millonario, se pone reivindicativo, «No, no me suelte’ la bandera ni olvide’ el lelolai/ que no quiero que hagan contigo lo que le pasó a Hawai»: unos versos con los que su Puerto Rico espera a Donald Trump y a los amigos que también quieren cobrarse la pieza de Panamá. Es de valientes estar a la contra, no como una imagina que será la gala de los Goya, la más ñoña por no mencionar el nombre con el que todos los allí presentes pasarían a la final de «El juego del calamar». No perdamos el tiempo –el disco se llama «Debí tirar más fotos»– porque Bunny perrea de verdad con «A vece’ es difícil meditar y solo quiere gritar/ o buscarme pa’ chingar». Aquí diríamos que es un rico que se queja. Puede. Pero cómo lo cambia todo el talento.
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