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Al portador

Chapuza fiscal para calmar a la ignara ¿o no? Yolanda Díaz

No hay –ni habrá– forma de justificar que los perceptores del SMI no tributen y sí lo hagan –pensionistas o parados con subsidios– quienes ingresen esa misma cantidad por otros conceptos

Ayn Rand (1905-1982), nacida Alisa Zinovievna Rosenbaun, la ruso-norteamericana símbolo del libertarismo, escribió que «puedes ignorar la realidad, pero no puedes ignorar las consecuencias de ignorar la realidad». La pelea que han mantenido las «vices» María Jesús Montero y Yolanda Díaz por la tributación o no del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) es un buen ejemplo, saldado además con una chapuza fiscal de dudoso recorrido. No hay –ni habrá– forma de justificar que los perceptores del SMI no tributen y sí lo hagan –pensionistas o parados con subsidios– quienes ingresen esa misma cantidad por otros conceptos. Si el asunto llega a la justicia, será muy difícil, por decir imposible, hallar un tribunal, incluido el Constitucional del ínclito Conde-Pumpido que lo respalde.

El origen del dislate habría que buscarlo en el hecho de que –según expertos incluso muy de izquierdas– la «vice» Díaz «no conoce bien el funcionamiento de la imposición». Una forma elegante de llamarla ignara en la materia. Ha enarbolado la bandera de que no tribute el SMI sin reparar en que un aumento de la cuantía del límite exento beneficia no solo las rentas más bajas, sino a todos los contribuyentes, incluidos los que perciben salarios más elevados, millonarios incluso. La tarifa del IRPF es por tramos, con tipos marginales progresivos. Significa que «los ingresos que tributan en cada uno de esos tramos es la suma total después de haber descontado la cuantía del tramo exento», ha explicado Juan Francisco Martín Seco, exsecretario de Estado de Hacienda (1984-1987), luego alineado con Julio Anguita en Izquierda Unida y defensor de una mayor presión fiscal que la actual. Es decir, los efectos de lo que proponía la «vice» Díaz eran que el límite de SMI fuera exento para todos los contribuyentes. Quizá lo ignorase, ¿o no?, porque su objetivo era colocarse la medalla de que el SMI no tribute. Pedro Sánchez, que sí debería entender el asunto, no quiere más líos ahora con la «vice» Díaz y le encargó a la «vice» Montero que buscara un arreglo. La titular de Hacienda, que este fin de semana ha patinado al cuestionar la presunción de inocencia, muy trabajadora por otra parte, alumbró una chapuza fiscal que, en teoría, permite que Yolanda Díaz cante victoria, aunque en la práctica no sea así, pero acaso no se haya dado cuenta. Su propuesta original suponía pagar 2.000 millones menos a Hacienda. Al final, se ha quedado en apenas 200. Victoria más que pírrica y por un año, tal vez por «ignorar las consecuencias de ignorar la realidad», decía Ayn Rand.