Cristina López Schlichting
15.000 catalanes
Con absoluto orgullo repaso las imágenes de la manifestación organizada el domingo por Societat Civil Catalana. Miles y miles de personas con banderas nacionales y senyeras coreando «Yo soy, español, español, español» en Barcelona. Es sorprendente que en la España del siglo XXI tengan que salir los ciudadanos a reivindicar su derecho a seguir siéndolo, a que se respete la ley, a que no los avasallen. Hacen muy mal los que critican que los catalanes debieran haber salido hace mucho a las calles. No se imaginan las renuncias que impone un ambiente totalitario, germinado en torno a una Generalitat ya casi golpista. Para empezar, olvídate de subvención alguna, oposición o ascenso si muestras que no estás con el «proces». Después, apura desprecios y ostracismo. Sólo la gravedad de la situación explica que hombres y mujeres hayan salido a decir, a despecho del miedo, que quieren seguir siendo españoles.
Desde ese día hay abierta en las redes y en los medios catalanes una batalla para desmerecer el alcance de la manifestación del 19 y ridiculizarla y compararla con las movilizaciones independentistas. Las fotos son concluyentes. La secesión es capaz de sacar a dos millones de catalanes. ¿Y qué? ¿La democracia son paradas y desfiles? En Cataluña hay siete millones de personas y el hecho de que sólo 15.000 hayan acudido a Barcelona tiene que ver con que Sociedad Civil Catalana no cuenta con apoyo institucional y financiero alguno. En la ANC y Omnium Cultural, el entramado de sociedades al servicio del independentismo, se vierten enormes cantidades de dinero del erario público. Se usan para diseñar cuadros directivos para sustituir las actuales administraciones, crear leyes secesionistas o montar bases de datos ilegales. También para contratar cientos de autobuses cada vez que hay que hacer manifestación, pagar la propaganda del régimen o hacer las papeletas de los referendos ilegales. Todo ello es jaleado por los canales de la radio pública catalana, la TV3 y todo un entramado de radios, televisiones y digitales privados fuertemente subvencionados por la Generalitat.
El resultado de todo ello es que, a día de hoy, muchos catalanes apenas tienen noticia de lo ocurrido en Barcelona el domingo, o lo ven desde un prisma ridiculizador y destructivo. Se repite constantemente, por ejemplo, que Sociedad Civil catalana, con la que colaboran mujeres tan ejemplares como Dolores Agenjo o Teresa Freixes, es una asociación fascista. Los miembros de SCC son profesionales sin un duro, dedicados a sus largas jornadas laborales, que han usado su tiempo libre a convocar sin medios una manifestación de la que los catalanes apenas tuvieron noticia porque nadie les avisó de ella. No había apenas pasquines, nada de propaganda, silencio en los medios del régimen y boicot institucional. Es absolutamente heroico que 15.000 catalanes acudiesen a la llamada. Y es importante lo ocurrido, muy importante. Porque sirve para perder el miedo y empezar una resistencia activa contra quienes hacen del referéndum un instrumento totalitario. Conviene recordar que Franco ganó dos referendos con el 95 por 100 de los votos. Basta hacer la pregunta adecuada y tener pasta para el agitprop.
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