El desafío independentista

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La Razón
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Los independentistas catalanes están jugando con fuego y se van a terminar chamuscando porque están inmersos en dos contiendas bien diferentes y peligrosas. No solo mantienen un pulso con el Estado, que van a perder con seguridad, sino que dedican gran parte de sus esfuerzos a cómo zafarse y bloquearse entre ellos.

Están pensando en las próximas elecciones catalanas, pero librando esa batalla con el manido referéndum de autodeterminación, “a más a más” es la estrategia de ambos. El president Puigdemont ha intentado, por un lado, aflojar la jáquima de la que tira el Sr. Junqueras con sus pretensiones cada vez más imposibles y, por otro, practica en sus filas disciplina de hierro.

A estas horas, anda cerrando la segunda remodelación de gobierno que practica en el plazo de unos días y que tiene como resultas que tres de los consejeros han sido destituidos.

La razón es la misma que la del Sr. Baiget hace unos días: la purga de los que discrepan. Los ex convergentes se han roto en dos mitades, la del bando más radical, dispuesto a todo, incluidos los riesgos penales que suponen desafiar al Estado hasta el final y el de los más prácticos, los que interpretan que ante una votación abocada al fracaso no vale la pena jugarse la carrera política y el patrimonio personal con una sentencia judicial.

Parece que las responsabilidades penales a las que se exponen han sido más determinantes que su fervor nacionalista, especialmente las que se relacionan con la posible pérdida de su patrimonio y, por tanto, de su posición personal acomodada. Aspiran a una revolución política del calado de la independencia, pero sin que eso suponga riesgos económicos personales, otra cosa es lo que le ocurra a la sociedad catalana. Eso explica en gran medida los problemas de corrupción del independentismo catalán.

Desde ERC los mensajes respecto al referéndum son contradictorios. De una parte, se cuestionaba que el Sr. Junqueras fuese a hacerse cargo de manera individual del referéndum, sin embargo, finalmente, será el responsable directo del mismo, dado que el área de procesos electorales se ha integrado en la vicepresidencia del govern.

Aún queda por ver cómo los de Esquerra, más fuertes en la negociación que PdeCAT, realizan una nueva finta para proteger a su líder, que aspira a ser el próximo President de la Generalitat y no quiere una inhabilitación ni por lo más remoto.

El Sr. Puigdemont, embriagado de nacionalismo, se muestra débil con los republicanos y férreo con los propios. Eso sí, de aquí hasta octubre ha conseguido que no se hable de otra cosa que no sea la manoseada consulta, convertida en un instrumento electoral para ver quién saca unos pocos votos de más que le den despacho en el Palau de la Generalitat. Pareciera que, realmente, no hay problemas serios que afectan a los ciudadanos todos los días en cuanto suena su despertador.

PdeCAT y ERC están librando su particular juego de tronos, con serias consecuencias sobre la estabilidad y la seguridad de Cataluña y del resto de España, su apuesta ha ido creciendo en una espiral desenfrenada que entraña riesgos para sus protagonistas.

La consulta no se va a celebrar, pero lo que también podría ocurrir es que en las próximas elecciones catalanas, los principales líderes independentistas no puedan presentarse, por estar inhabilitados. Por ello, no es momento para caer en debates conceptuales teóricos sobre plurinacionalidades y abstracciones similares, la posición socialista quedó muy clara en la firma de la “Declaración de Granada”, secundada por todas las federaciones socialistas y el PSC, después de meses intensos de diálogo entre todos para llegar al consenso.