Alfonso Ussía

A Pilar y Carmen

A Pilar y Carmen
A Pilar y Carmenlarazon

Pilar Eyre y Carmen Rigalt, a quienes tanto quiero y admiro desde muchos años atrás. No os déjeis influir por chismes y protagonismos a destiempo. Soy suscriptor y leo «El Mundo» a diario y a conciencia por tratarse de un gran periódico que cuenta con una nómina extraordinaria de periodistas, columnistas y colaboradores, además de un formidable Director que lleva el periodismo en las venas. Pero algo ha sucedido últimamente que os ha puesto de acuerdo. Una fobia antimonárquica que se ha extendido por las redes sociales y que puede poner en peligro, no sólo a la Corona, sino a España. Una fobia sustentada en dimes y diretes, por otra parte. Algunos se han apercibido de ello, y hasta David Gistau parece un columnista monárquico.

Vamos a los dimes y diretes. Pilar: Don Juan jamás cobró por hacerse fotos o dedicarlas, lo diga el fotógrafo Cardoso o Enrique el Navegante. Resulta humillante el chisme. Don Juan firmaba todas las semanas las fotografías que se acumulaban en Villa Giralda. Le llegaban por correo, en mano de los interesados o vía «Ayala 3», sede de la Diputación de la Grandeza en los cambios de turno de los miembros de su Casa. Muchas de las fotografías que firmaba eran de profesionales españoles, y afirmar que Don Juan participaba en el negocio fotográfico de Cardoso resulta estremecedor por la pobreza de la falsedad, que no te atribuyo a ti, sino a quien te ha soltado la mandanga en tiempos tan propicios para emborronar actitudes ejemplares.

Carmen. Don Juan nunca tuvo 3.000 millones de pesetas. Te ha sobrado un cero. Vendiendo mal y generosamente La Magdalena, Miramar, Cortegada y Villa Giralda, al final de su vida pudo poseer mil millones de pesetas. En Estoril, vivieron muy modestamente, no por apariencia, sino por obligatoria adaptación a la falta de recursos. Te cuento. Don Juan Carlos había sido designado Sucesor a título de Rey, y algunos «leales» decidieron que había llegado la hora de cruzar el Tajo para siempre y navegar por el Manzanares. La Casa Real de España en el exilio no tenía excesivos gastos, pero había que pagar nóminas del servicio, de la Secretaría y de material de oficina. El conde de los Gaitanes, ante situación tan confusa, propuso a Don Juan pedir a cincuenta españoles fuera de toda duda de lealtad 50.000 pesetas por cabeza para mantener la Casa, y Don Juan, después de repasar la lista de los nombres, lo aceptó. Estaban incluídos todos los miembros de su Casa que no huyeron. Guardo por promesa la identidad de los que rechazaron la oferta, y recuerdo algunos nombres que ayudaron con 50.000 pesetas al mantenimiento de la Casa Real. Fernando María de Pereda, Ignacio Fierro Viña, Luis Caballero, Ignacio Villalonga, Guillermo Luca de Tena, y muy pocos más. De cincuenta, apenas quince respondieron. Un banquero le afeó a mi padre la solicitud: «Me estás comprometiendo a mí y al Banco». Unos más y otros menos, de acuerdo con sus posiblidades, los últimos mohicanos de Estoril cubrieron los 2.500.000 pesetas presupuestados para el mantenimiento.

No existe, Carmen, la extraña leyenda de Don Juan. Ya en España, y malvendiendo sus propiedades, Don Juan, heredero de Alfonso XIII y la Reina Victoria, reunió esa «inconmensurable fortuna». Nadie le pagó su muerte, y tengo las facturas de la clínica a tu disposición. También tengo la tarjeta de Mario Conde manuscrita desmintiendo la falacia. Lo hice desde ABC, publicando toda la documentación. Don Juan vivió en Estoril sin un chavo. Murió con seis millones de euros. Esa es la realidad y vuestras brillantes inteligencias y honestidades, Pilar y Carmen, no merecen la entronización de los chismes.