Alimentación
la dieta
Hace un par de semanas, poco más o menos, hablábamos aquí de un nuevo sistema para perder peso, el de ayunar 16 horas al día y comer en las otras ocho restantes. Francamente no hemos podido saber si resulta, ni si es bueno para el organismo, tan sólo se hablaba de que es una conclusión a la que han llegado investigadores de una universidad de Escocia. Ahora salen otros a decir que se adelgaza más si se come antes de las tres de la tarde... ¿Se reduce todo, pues, a una cuestión de horario? Pues no, francamente, yo diría mejor (y como lo indica Valentín Fuster, gran perseguidor de la obesidad como epidemia del siglo XXI) que es cuestión de lo que metemos por la boca, que ha de ser proporcionado a la actividad física que se desarrolla, y que ha de guardar un equilibrio, ya que los excesos son siempre malos y hay que prescindir de algunos alimentos que pudieran alterar el buen funcionamiento de nuestro organismo. Sé de un refrán que dice «delgado y no de hambre, más duro que un alambre», que oído así suena un poco bruto, pero en resumen es la teoría del profesor Fuster. El aumento de centímetros en la cintura es un principio de riesgo para enfermedades cardiovasculares, así que hay que vigilar el flotador. El equilibrio mantenido en nuestra alimentación diaria es una garantía de salud. Y esas fórmulas mágicas hay que ponerlas siempre en cuarentena, que los milagros no existen; los buenos resultados en la báscula hay que ganarlos a pulso y un poco también con el sudor de la frente (y nunca mejor dicho), ya saben, el ejercicio físico. Así que menos soluciones fantasmagóricas y más realismo.
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