Alfonso Ussía
Agua y migraciones
Los que me conocen bien pueden asegurarlo. Desde niño he estado pendiente de las migraciones y de «las materias de agua». Hay niños que se divierten con soldados de plomo, otros con las construcciones de plástico, y algunos con las materias de agua. Fui de éstos últimos. Recuerdo a mi padre reclamando que me personara en su despacho y a mi madre justificando mi reticencia a acudir.
–Está muy preocupado con la poca sensibilidad que existe en España en materia de aguas–. Y mi padre quedó plenamente convencido. En lo que respecta a las migraciones, mi sensibilidad se resume en las ornitológicas. Son sensibilidades complementarias. Quien sufre en materia de aguas, padece de semejante inquietud cuando en primavera nos viene toda suerte de aves migratorias procedentes del África candente. En invierno, becadas, ánsares y grullas de los fríos nórdicos, pero en los meses invernales no se dan problemas en materia de aguas. Esa es la sensibilidad. En abril el cielo gorjea, se alza la vista, se advierten los primeros bandos de abejarucos brillantes y coloridos, y uno se pregunta. –Y con la seca que se avecina ¿cómo solucionarán estos abejarucos sus problemas en materia de aguas?–. Bueno, no les canso más. Ni una agenda. No me han enviado la agenda.
El caso es que, una vez más, el sindicato de clase UGT de Andalucía ha estafado a la Junta de aquella autonomía más de ochenta mil euros. Agendas de lujo, de piel de Ubrique, ilusionante obsequio navideño. Las agendas en sí, no son el fundamental problema. Una lujosa agenda de piel de Ubrique no tiene motivos para avergonzarse. El problema está en las facturas que los golfos endosaron a la Junta de Andalucía, con o sin conocimiento de ésta. Las susodichas y apreciadas agendas figuran en las facturas como «Proyecto de Información y Sensibilización en Materias de Aguas», y en renglón apartado, «Migraciones». En otra factura, se modifican los conceptos para facilitar su trámite. «Libros de Mesa, Libros de Bolsillo y, finalmente, Libros de Mesa, Ampliación». Este último apartado es el más interesante. La «ampliación» de los libros de mesa es el «mangui» o el «trinqui» que se embolsó la UGT. «Mangui» y «trinqui» forman parte del idioma creado por un cuchichí genial, el «Beni de Cádiz», don Benito Rodríguez Rey. Me lo explicó Antonio Burgos. «Si das una conferencia y te hacen un regalo, pero nada más, y hay un vino con jamoncito del bueno y gambas cocidas, protagonizas un "mangui". Si hay sobre con dinero o un talón en su interior, es un "trinqui"». En este caso, el «trinqui» y el «mangui» se entrecruzan montando un descomunal lío. Las agendas son un «mangui», pero si las paga otro, es decir, la Junta de Andalucía, es un «trinqui» mondo y lirondo, un «trinqui» descomunal, que se hace más «trinqui» todavía cuando el tonto del paganini acepta pagar al granuja de la factura, una comisión por lo que ya ha pagado. Y el granuja se queda con las agendas que le han salido de gorra y la comisión. Y otros ochenta mil euros tirados al río, que es el Guadalquivir, el que detenía el curso de sus aguas cuando don Francisco, Curro Romero –felicidades, maestro–, cumplía con el paseíllo en la Plaza de Sevilla. Y eso sí es una sensibilidad en materia de aguas, todo un río detenido por el arte en movimiento, y no una agenda.
A la espera de una nueva golfería de la UGT, quedo de ustedes a plena disposición y muy afectuosamente les saludo.
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