Pilar Ferrer
«Al menos, mantened las formas»
Es muy cómodo disfrutar del sillón, usar a Rajoy cuando se quiere y ahora culparle de haberlo perdido. Así de rotundo se expresa un alto dirigente en Génova 13 y revela el profundo malestar que existe en la cúpula del PP ante la fuga de varios barones regionales, justo un día después de que ninguno de ellos anunciara sus propósitos en el Comité Ejecutivo. Tras la sacudida electoral del 24-M, nombres históricos del partido han empezado una huida en diferido que suscita decepción y críticas tanto en Moncloa como en la sede nacional. «Al menos, mantened las formas», les dijo el presidente del Gobierno a todos ellos con quienes, según fuentes populares, habló por teléfono tras la reunión directiva. «El PSOE ha perdido mucho más y nadie se mueve», se lamentan en la dirección, donde no ocultan su enfado.
En el entorno de Mariano Rajoy y el equipo de campaña existe un sabor agridulce por los resultados, pero ven fuera de lugar esta fuga masiva de varios líderes territoriales. «Parece un motín de destronados», ironizan. No obstante, el análisis de cada caso es diferente y el que mayor ataques suscita es, sin duda, el valenciano Carlos Fabra. «Presionó hasta lo infinito por ser candidato, aquí nadie le quería por sus malas expectativas, Rajoy finalmente cedió y ahora dice que se marcha», dicen, indignados, dirigentes del partido. Caso aparte merece Luisa Fernanda Rudi, una mujer muy apreciada que no deseaba ya presentarse y que lo hizo por el ruego personal del presidente. Según estas fuentes, es la única que le había advertido de sus intenciones si le era imposible repetir gobierno en Aragón. Además, ella sí asumió autocrítica en su intervención ante el Comité Ejecutivo.
Carlos Fabra, Rita Barberá y el balear José Ramón Bauzá tuvieron que soportar un aluvión de casos de corrupción durante la campaña. En la dirección del partido son conscientes de ello y el enorme desgaste, pero destacan cómo precisamente Mariano Rajoy se volcó en estas comunidades. «En política hay que saber dar la talla, estar a las duras y a las maduras», advierten ante la actitud de renuncia de todos ellos. Fabra nunca controló el partido y Bauzá iba por libre. Ambos quieren ahora dejarlo todo e irse a su casa, mientras que Barberá se plantea ni recoger su acta municipal. «Muy bonito, sólo se van cuando ya no tienen asegurado el cargo», dicen sin tapujos varios dirigentes.
El caso de Juan Vicente Herrera es aparte. El histórico burgalés que ha gobernado el mayor granero de votos en Castilla y León fue, al igual que Luisa Fernanda Rudi, fue candidato por expresa petición personal de Rajoy. Sus enfrentamientos con el ministro de Industria, José Manuel Soria, han sido patentes por temas de política energética. Hace tiempo que el presidente lo sabía y ahora Herrera ha estallado. No obstante, el castellano aguantará porque así se lo han pedido sus propios compañeros. La organización del Partido Popular en esta tierra, que gobernaron José María Aznar, Jesús Posada y Juan José Lucas, es la más férrea y unida de todas. A tan sólo un escaño de la mayoría absoluta, todo indica que Juan Vicente aguantará y preparará con serenidad su sucesión. En Génova defienden la actitud de otros líderes como María Dolores de Cospedal, Pedro Sanz, José Antonio Monago e, incluso, Esperanza Aguirre. La secretaria general ha rozado la mayoría absoluta en Castilla La-Mancha y sus colaboradores lo recalcan: «¿Alguien puede llamarla fracasada a tan sólo quinientos votos de la mayoría absoluta?», se preguntan. En su entorno ya no se callan y denuncian las fuertes conspiraciones que ha sufrido para derribarla al frente de la Secretaría del partido. Según fuentes del PP, la conjura fue abortada después de fuertes enfrentamientos entre Moncloa y la dirección del partido.
El riojano Sanz, el extremeño Monago y la madrileña Aguirre piensan aguantar. Resulta curioso que esta última, la «pepita grilla» de todos, haya dado un paso adelante para frenar los pactos del bloque de izquierdas. De igual modo, advierten a los «huidizos» que otros alcaldes sí han ganado, como Javier Maroto en Vitoria o García Albiol en Badalona, que piensan dar la batalla y no tirar la toalla. «Abandonar el barco cuando más se necesita la unión es rastrero», afirman. La convulsión es fuerte, los despachos de Génova hierven y Rajoy medita cambios. Quiere hacerlos con todos los datos en la mano y cerrados los pactos postelectorales. Todos los «barones» con los que ha hablado le urgen a un cambio de estilo y nuevos rostros en el Gobierno. Su objetivo es claro: renovación sí, pero con formas.
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