Martín Prieto
American Horror History
Mucho antes que Verstrynge (el hombre a la derecha de Franco), Monedero, Iglesias, Errejón, y demás compañeros mártires importaran de América el populismo que nos distrae, ya lo había desarrollado Jesús Gil y Gil arrebatando a los socialistas la alicaída municipalidad de Marbella. Aznar le cortó drásticamente las alas cuando pretendió volar de la Costa del Sol a nuestras plazas africanas, acabando con el progresismo y el cambio de los «mamachichos». La batalla por el poder que hoy nos aflige es una leve afección gripal, al lado del populismo transatlántico de Donald Trump en las primarias del partido republicano. Las demagogias son bifrontes y, a derecha o izquierda, se comportan como gemelos univitelinos, según el escenario social. Salvo por ser rico de cuna, Trump es otro Gil elevado a la enésima potencia de resolver sus negocios aspirando a la Casa Blanca. Otro rey del ladrillo, su Marbella fue Atlantic city, arruinado balneario de la Costa Este, al que quiso hacer competir con Las Vegas logrando más gánsters que ludópatas. Sus cimientos económicos son una nube. La revista «Forbes» le calcula unos 3.500 millones de dólares, pero analistas financieros rebajan la cifra a unos menguados 200 millones, quedando la desmesurada diferencia en manos de bancos acreedores. Como no podía ser de otra manera, compró un club de fútbol (Rugby) y el concurso de miss Universo. Anticipándose a Chávez, mantuvo 12 años un programa televisivo, y adelantándose a nuestras izquierdas dio por muerto el bipartidismo del burro y el elefante, promoviendo un partido de la reforma. En esta carrera hacia el absurdo, auspicia un muro en el Río Grande que detenga la inmigración y la droga, cuya factura endosaría a los mexicanos; criminaliza a los musulmanes y es abiertamente misógino. Vende la América Imperial y se hace saludar a la romana. Por su izquierda, propone aumentar las ayudas sociales y completar la mermada asistencia sanitaria de Obama. A las masas que se sienten desoídas les da nacionalismo protector y promete la Arcardia feliz de los desposeídos. Bronco como un subastador en lonja, ya ha logrado llevar la violencia a su campaña. Si no alcanza la Casa Blanca sí podría dividir al partido republicano (que es el de Abraham Lincoln) cuyos dirigentes cometieron el error de tenerle por un inicuo charlatán y ahora dudan entre calificarle de analfabeto político o de demente. Prolegómenos estos de una historia americana de horror.
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