Sevilla
Andalucía de dos velocidades
El sueño de Magdalena Álvarez era la creación de un gran banco andaluz controlado por el PSOE, con migajas en forma de puestos de consejero del resto de partidos y sindicatos, resultante de la fusión de todas las cajas de ahorros de la región. Por suerte, la crisis vino en auxilio de los ciudadanos, para lo que nada hay tan gravoso como un político metido a empresario con el dinero de todos. Madrileños y valencianos no tuvieron tanta suerte, pues a Cajamadrid aún le pilló la época manirrota. Así les fue... A despecho de la bautizada luego como «ministra macarra», por sus desafueros en Fomento, Braulio Medel resistió a sus contundentes presiones. Fue además uno de los pocos gestores que logró convertir el monipodio de los viejos montes de piedad en una entidad solvente y estuvo hasta hace diez meses al frente de Unicaja, que no vivirá lo suficiente para agradecerle el haberse mantenido al margen del gran marrón de sus hermanas occidentales, endosado luego a los catalanes. Su cuota de hijos tontos, Caja España y Caja Duero, se conlleva sin demasiado peligro (600 millones que prestó el FROB y que se devolverá gracias a una ampliación de capital), de modo que nada han de temer los inversores que se animen a suscribir las acciones que saldrán a Bolsa en breve, según aprobó ayer la junta general de accionistas. Igual que la nación española, nuestra región se dividirá a no mucho tardar en dos «andalucías» irreconciliables, porque la pujante costa oriental querrá desprenderse del lastre que supone un interior amodorrado y un valle del Guadalquivir moribundo. Alguien sin prejuicios que visite el mismo día las dos capitales, Málaga por la mañana y Sevilla por la tarde, no tendría sólo la impresión de haber cambiado de región. Creería haber viajado a otro planeta.
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