Champions League

Alfonso Ussía

Así es la vida

La Razón
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Real Madrid y Atlético se enfrentarán de nuevo, ahora en Milán, en la final de la Copa de Europa, la Liga de Campeones. El fútbol es Madrid, por más que moleste. Aunque madridista hasta el tuétano y con cuatro –desde que se fundó– generaciones de merengues a mis espaldas, respeto y admiro al Atlético de Madrid. Pero intuyo un excesivo optimismo en mis amigos colchoneros. La vida es muy dura, y en ocasiones, injusta. El Atlético ha tenido en los sorteos de las eliminatorias finales peor suerte que el Real Madrid, y ha eliminado del gran campeonato a dos de los máximos favoritos. El «Barça» titubeante de Luis Enrique y el poderoso Bayern de Munich del fracasado Guardiola. Los sorteos son los sorteos, y la fortuna manda. Trayectoria ejemplar y luminosa la de los atléticos. Pero van a perder la final de Milán, y me atengo a los temblores del pasado.

El Atlético ha perdido sus dos finales anteriores en el último minuto. La desgracia del gol que encajó Reina con un balón golpeado desde cuarenta metros por un bávaro que no sabía qué hacer con él, y el cabezazo de Ramos en Lisboa. Eso está ahí, y no hay quien lo mueva. El refranero español, sabio y contradictorio, alivia el temor colchonero con el refrán «a la tercera va la vencida», pero también le recuerda a los atléticos «que no hay dos sin tres». Permítanme una equivalencia que será, con plena seguridad, denunciada por machista.

La Copa de Europa es una mujer maravillosa, deseada y soñada por decenas de miles de futbolistas y centenares de millones de aficionados. Ella, caprichosa, lo ha dejado claro. Sólo un hombre la poseerá. Uno de los dos que hayan conseguido llegar a la seducción final. De los dos hombres, el Atlético, jamás la ha poseído, está obsesionado con ella, y ante su belleza y su atractivo, es más que probable que dé un gatillazo. Sucede frecuentemente en las relaciones humanas. El otro hombre, el merengue, ya la ha tenido en diez ocasiones. Conoce su tacto, su piel, sus besos y su pasión. El colchonero es un seductor formidable que falla en la inmediatez de la posesión última. El merengue no se turba ante sus curvas porque las ha disfrutado en más ocasiones que el resto de los seductores de Europa. La desea ardientemente, pero no está obsesionado. Y ella, la orejona, que nació ánfora de plata, desea la novedad, pero no puede hacer nada para impedir lo irremediable. –Otra vez contigo, merengue. ¿No te has cansado de mí?-. Y traca traca.

Barry Holborn tenía fama de ser el hombre más seductor de Anchorage. Y estaba obsesionado, apasionado y enamorado de Chris Hamilton. Sus amigos le recomendaron que con anterioridad a pretender los favores y encantos de Chris, tenía que seducir a sus amigas, todas guapísimas. Y Barry sedujo a Eleanora, a Judith, a Melissa y a Vanessa. Le llegaba el turno a Chris. Y Chris aceptó la invitación de Barry a cenar en «El Oso Grizllie», el mejor restaurante de Anchorage. Una cena agradable, divertida, chispeante, seductora y vencedora. Barry había reservado una habitación en el «Hotel El Oso Kodyak», y cuando la tuvo a su lado, desnuda y despampanante, a Barry le sobrevino un apretón de correntía intestinal. Cuando salió del cuarto de baño se encontró con una nota: «Lo siento, Barry. Te merecías estar conmigo, pero he decidido marcharme con Peter, mi novio de toda la vida, que no ha cenado setas esta noche y me espera en su casa. Un beso, Chris».

Chris –lo habrán adivinado- es la Copa de Europa, la Liga de Campeones. Melissa y Vanessa, el «Barça» y el Bayern. Barry, el Atlético de Madrid, y Peter, el novio de toda la vida, el Real Madrid.

Y una vez más, Peter se la llevó al huerto.