Fernando Vilches

Asuntos baladíes

La Razón
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Este adjetivo con el que titulo mi columna es de poco uso, pero muy apropiado para muchas circunstancias actuales. Acompaña, además, a un sustantivo que está perdiendo terreno, de forma espuria, frente a «tema», mal utilizado por muchos comentaristas y locutores de los medios de comunicación, sobre todo de emisoras musicales, que se empeñan en decirnos a los oyentes que vamos a escuchar el nuevo tema de Serrat, para mí el mejor poeta de la segunda mitad del siglo XX, quien define el vocablo a la perfección: «Cada loco, con su tema». Con la que está cayendo en Europa, sobre todo en los países más al sur (excepto Irlanda), se convierten en baladíes (de poca importancia) algunas de las últimas aportaciones de su santidad el papa (todo esto con minúscula, como manda la última Ortografía de la RAE) Benedicto XVI, acerca del portal de Belén: «No hubo ni buey ni mula». Y sale el portavoz de la Conferencia Episcopal para decirnos que sigamos poniendo el Belén tradicional. Uno espera que los obispos se dediquen a pronunciarse sobre «asuntos» más importantes que afectan a las conciencias de los católicos. Lo mismo ocurre en política con el Senado, que, para lo que sirve y lo que cuesta, se ha convertido en una institución baladí. En su día, también, el invento de las Ampas (Asociaciones de madres y padres) para los colegios se convirtió en una de esas novedades que tanto gusta a la progresía iletrada y cuya existencia es como las infecciones de la boca, la puerta de todos los males. En el colegio de mi hija (La Unión Cristiana de San Chaumond, el mejor colegio francés de Europa), madame Ayrault, su extraordinaria directora, nos dijo en la primera entrevista: «¿Cuando usted va al médico, éste le pide opinión acerca del tratamiento que le va a poner?». Pues eso, vayamos a los asuntos verdaderamente importantes.