Santiago de Chile

Ausencia

«Veinte poemas de amor y una canción desesperada», publicado en 1924, es un poemario escrito por Pablo Neruda cuando había cumplido veinte años. Expresa un estilo basado en su propio pensamiento íntimo, reflejo inmediato de la relación poética con la realidad y, sin duda, con la vivencia juvenilista universitaria que le lleva a la angustia episódica de sus lances de relación en el doble camino de la amistad y el amor. Esto es, en realidad, lo que se aprecia en los seis libros de poemas escritos y publicados en Santiago de Chile, antes de cumplir veintidós años: «La canción de la fiesta», «Crepusculario», «El hondero entusiasta», «Veinte poemas de amor y una canción desesperada», «Tentativa del hombre infinito» y «Anillos», este último en colaboración con un compañero de Universidad, Tomás Lago.

El juicio crítico de Amado Alonso es de admiración por la edad de Neruda cuando expresó sus sentimientos en los versos de estos poemas: «Neruda ostenta una razón poética casi increíble para su edad», en la que se aprecia una poderosa voluntad de estilo, construido desde la experiencia vivida expresada en la conciencia profunda, en ese decisivo enfrentamiento del hombre con la existencia y el modo que éste tenga de expresar sus sentimientos.

Considera Amado Alonso que la precocidad estilista de Neruda es un reflejo del romanticismo. Estoy en pleno acuerdo con tal juicio, si se considera el movimiento romántico como un problema de conciencia, producido como consecuencia del conflicto –constante en la persona humana– entre razón y sentimiento, en cuanto condición de la formación básica, originada en el romanticismo juvenil del Sturm und Drang alemán y en la literatura genial de Johann W. Goethe (1749-1832), que tanto peso tuvo en el pensamiento universitario chileno. El romanticismo dio sentido a la historicidad de la conciencia humana. Neruda caracterizó su personalísima concepción poética en una realidad dinámica: el especial acontecer de característico sentido histórico, dinámico y cambiante en un sistema de tensiones y proyecciones de diferente ritmo, intensidad y dirección que Julián Marías denominó, con exquisita exactitud, «estructura vectorial de la vida». La conciencia remite al problema de la realidad. Es en los actos de conciencia cómo el mundo histórico se hace manifiesto en los seres humanos, originando un estilo psicológico que considero peculiaridad intrínseca y específica de la cultura hispanoamericana, cuyo postulado psíquico asegura que una persona –en nuestro caso Pablo Neruda– es él y todos, aunque sin perder el sentido romántico de la individualidad.

El Poema XV de «Veinte poemas de amor y una canción desesperada» cumple perfectamente la dialéctica conflictiva de razón y sentimiento en Neruda. Se inicia con un planteamiento radical: «Me gustas cuando callas porque estás como ausente». Lo repite en tres ocasiones. En dos emplea la ausencia; en una, un antónimo que no lo es: «distante». El poeta, sin duda, quiere situar la ausencia en el pensamiento, pero la distancia le separa de la razón, para hacerle penetrar en el sentimiento. Entre ambos –razón y sentir– establece en el poema una gradación de emociones e intensidades. En la estructura del «Poema XV» observamos unos característicos periodos poéticos altamente significativos. Los dos primeros periodos se constituyen con cuatro versos cada uno. Se trata de un nivel de orientación y centra la atención poética en el acto: la ausente guarda una actitud de silencio, «un silencio de estrella lejana y sencilla». En un tercer periodo poético se expresa el sentimiento con una súplica impresionante: «Déjame que me calle con el silencio tuyo». Y exprime la singularidad personal: «Eres como la noche callada y constelada»; el miedo y el dolor: «Distante y dolorosa como si hubieras muerto»; y la alegría final: «Estoy alegre, alegre de que no sea cierto».

La ausencia se aplica a la persona que no está en el sitio debido; también puede ser un estado de abstracción de una persona en la relación con otra. O un trastorno de pérdida de contacto con la realidad, de segundos de duración. La alegría final del poeta supone el triunfo de la realidad de la razón. En este admirable «Poema XV», Neruda da forma al sentimiento del silencio, por el regreso a la realidad ensalza la alegría, siguiendo por la razón el regocijo de la jovialidad.