Julián Redondo

Baile de cifras

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Que Barça y Madrid juegan en otra Liga, exclusivamente suya aunque se les cuele un aventurero como el Atleti, lo demuestra una temporada más su inversión en fichajes. Por ahora, los azulgrana han cogido ventaja, y considerable. Ni escatiman ni piensan en monseñor Sistach, aunque les reproche la inmoralidad del gasto. Afrontan cifras inalcanzables para el resto del fútbol español, del de ultramar y del de más allá de los Pirineos. Ni rusos ni jeques han pagado todavía cantidades semejantes por sus figuras. El penúltimo en llegar es Luis Suárez. Hay guerra de números, como suele suceder cuando juegan los ingleses. El Madrid da fe de ello. En Inglaterra filtran que el traspaso se ha cerrado en 75 millones de libras, al cambio, algo más de 94 millones de euros. Colosal. Y aunque sólo fuesen los 81 millones que admiten en Barcelona, la cantidad seguirá siendo una burrada, como lo fue la que se pagó por Neymar, por Bale o por Cristiano. No faltará quien para justificar semejantes dispendios aluda a Chygrynsky. O a Woodgate, más económico, pero mucho más lesionado. Hay que vender camisetas, bolis, mecheros, calcetines y la más variada mercadotecnia para amortizar fichajes así. Al fenomenal desembolso hay que añadir la ficha, y estos angelitos no cambian de colores por cuatro perras. Tal vez porque en su caso no hubo que vaciar la hucha para comprarlo y procede de la cantera, a Messi le sirve el origen para que le suban el sueldo cada cuatro meses. A primeros de este julio mundialista ha empezado a ingresar 22,5 millones netos por año del Barça. Un total de 250 millones para el as en el lustro venidero. Así le queda para pagar a Hacienda. Los demás, a encomendarse a los santos del Atleti.