César Vidal

Bonos patrióticos

Bonos patrióticos
Bonos patrióticoslarazon

L o recuerdo como si fuera ayer. Era el año 2010 y Cataluña estaba regida por una coalición nacional-socialista presidida por el bachiller Montilla. Que aquellos amiguetes estaban gobernando rematadamente mal saltaba a la vista, pero que se les iba el dinero público como si tuvieran un agujero en la mano a muchos no les pareció tan evidente hasta que anunciaron la primera emisión de los «bonos patrióticos». La razón para la creación de aquel excremento financiero en forma de bono fue que Cataluña se despeñaba hacia la insolvencia y que bancos y grandes inversores institucionales, en una muestra de sensatez, estaban dejando de prestarle dinero. Por supuesto, aquellos «bonos patrióticos» fueron calificados de muy alto riesgo por el mercado y los políticos catalanes - incluidos nacionalistas como Duran Lleida- no los compraron. Como tantas otras desgracias sufridas por Cataluña, la de los bonos basura denominados patrióticos no mejoró con la llegada al poder de Artur Mas. A decir verdad, la práctica fue ampliada, recurriendo además el gobierno nacionalista catalán a proporcionar elevadas comisiones a las entidades financieras encargadas de comercializarlos. Hace unas horas, el gobierno catalán tenía que devolver los 2.639 millones de euros de bonos patrióticos colocados hace un año, junto a sus correspondientes intereses de 208 millones. Por supuesto, no podía, y ciento treinta mil inversores estaban a punto de perder un dinero invertido con escaso juicio. No ha sido así porque el Gobierno de Rajoy ha acudido al rescate del gobierno nacionalista con el dinero de todos los españoles. Cataluña ha recibido 2.847,8 millones de euros del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), un dinero que se destinará casi por completo al pago de los «bonos patrióticos» de Montilla y Mas. Por añadidura, a lo largo de noviembre, el gobierno catalán recibirá en total 3.288,9 millones del citado fondo de rescate. Estoy totalmente en desacuerdo con la decisión de Rajoy. Los españoles no estamos en absoluto obligados a pagar los dispendios injustificados del nacionalismo catalán -incluidas televisiones autonómicas quebradas y embajadas en el extranjero- y más cuando se nutren de nuevas subidas de impuestos que impiden la recuperación económica. Cataluña tendría que haberse declarado en bancarrota -lo ha hecho California y no ha pasado nada- y habría quedado de manifiesto la realidad de su nacionalismo y de su relación con el resto de España. Sin embargo, hemos vuelto a pagar los de siempre y durante los próximos meses seremos otra vez insultados con el «Espanya ens roba». Desde luego, los hay que no aprenden nunca.