El desafío independentista
Cabalgando sobre tigres
Para hoy lunes está prevista una reunión de la presidenta del Parlamento catalán Carme Forcadell con víctimas del terrorismo, cuatro días después del agasajo a Otegi en una institución tomada por la ANC, la plataforma sostén del pulso político soberanista en la calle. Lo que está ocurriendo en el «Parlament», auténtica punta de lanza de un «proceso» hoy renqueante se enmarca en el terreno del juego político y la utilización como plataforma de propaganda de una institución en la que se ha conseguido arrumbar en el rincón del pataleo a quienes no comulgan con la deriva soberanista, entiéndase la mitad de la cámara. Otra cosa, sin embargo, son las instituciones de gobierno, esas que marcan y ejecutan presupuestos en mano el devenir ciudadano. Entiéndase un Ejecutivo formado por la antigua Convergència y por Esquerra Republicana, embridado por la CUP y mostrando ya indicativos síntomas que vienen a confirmar que la búsqueda del poder de la mano de formaciones cuya ideología se halla en las antípodas en la escala izquierda-derecha y con las que sólo se coincide en el objetivo común de la independencia da como resultado, uno, que lo que se acaba aplicando son las máximas programáticas de los radicales y dos, que lo que se acaba evaporando por inviable es el sueño soberanista.
Muchos simpatizantes de la antigua CiU –incluyo a independentistas convencidos– deben de estar peguntándose a día de hoy, dónde está esa formación política que, además de los ideales de independencia, también podía garantizar algo tan elemental en una sociedad industrializada y desarrollada como la defensa de los intereses, no ya de la burguesía catalana de siempre, sino de las propias clases medias. El precio de sumar a toda costa en pos de un Gobierno que liderase el quimérico «procés» se está mostrando demasiado alto en forma de iniciativas «sociales» que tan sólo hace unos años no habrían pasado el corte de una propuesta de minoría parlamentaria. Amagos como el del aumento de la presión fiscal vía IRPF defendido por ERC son prueba más que palmaria. Tal vez por ello el malestar del president no sea más que la punta de un iceberg en cuya parte no visible todavía más de uno se pregunta dentro del partido de Puigdemont y Artur Mas «¿hacia dónde nos dirigimos con estas políticas?... cabalgamos sobre un tigre», me apuntaba un diputado de los que repetirán escaño nacional en el grupo catalán.
La experiencia que nos ocupa tiene mucho de aviso a navegantes. Cuando se ayuda a determinadas políticas radicales a tomar el poder, no puede obviarse que, aunque algunos de sus representantes sucumben al baño de realismo del coche oficial, otros no pierden de vista su objetivo primigenio en la concepción de cambiar el mundo y el país «a su manera». Puestos a buscar ejemplos –los hay a patadas– pregunten mismamente en Madrid a la buena de Carmena; hay miembros de sus equipos a los que no conocía y en los que despavorida va reparando vistas sus ocurrencias o cosas peores. Otra que cabalga sobre feroces felinos.
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