Restringido
Canallas
Nunca los canallas tuvieron tan fácil dar brillo y esplendor al monstruo que acunan. Internet riega el mundo de bilis y hay millones de descerebrados dispuestos a jalearlos. Tomen a Alex Jones. Partidario de Donald Trump. Locutor de radio. Cerebro de Infowars, portal especialista en posverdades a la carta. El amigo lleva décadas largando bulos. Deléitense. Los atentados del 11 de septiembre de 2001 fueron urdidos y amparados por el completo militar-armamentístico de EE UU. Destacados demócratas mantienen una red de pederastia en los sótanos de varias pizzerías. Uno de sus feligreses acudió a uno de los establecimientos denunciados, en Washington D.C., armado con un subfusil. Disparó varias ráfagas. Menos mal que no hubo víctimas. Periodismo ciudadano. Ja. Luego está mi basura favorita. Que la matanza del colegio de Sandy Hook, 20 niños a balazos, y seis maestros, fue un montaje. Los padres mintieron. Los ataúdes color nieve estaban vacíos. Todo fue una maniobra labrada por el lobby antipistolas. A resultas de los alaridos los padres de las criaturas llevan años soportando mensajes de odio en las redes sociales, llamadas anónimas, amenazas de muerte. No basta con enterrar a tu pequeño. Hay que soportar a la logia de comemierdas. Igual que en España, por cierto, cuando muere un hombre empitonado y aplauden los antitaurinos. Psicópatas hay en todas partes. Luego llegan los tolerantes y musitan farrucos que las opiniones son sagradas. Y olé. Este domingo Jones fue a la televisión. Le entrevistaba Megyn Kelly. La reportera también habló con uno de los padres que perdió a un niño acribillado en el colegio. Sorprendía su aguante. Sucede a menudo con las víctimas. A la pregunta de qué le diría a Jones respondió que disfrutase el día con sus hijos (anteayer, en EE UU, era el día del padre). Yo pienso en mi retoño y sospecho, y que Dios me perdone, que mi respuesta no sería tan fina. Básicamente le sugeriría que acuda a la armería más cercana y que a continuación bese el cañón de una Remington. Metafóricamente hablando. Claro. Igual que hace él. Maestro en el uso de datos traficados como metáforas. Rey de la salvajada travestida mediante la coartada del dice la gente y yo aquí soy el abogado del diablo. Emperador de la hipérbole. Por último tenemos a los izquierdistas. Horrorizados por la entrevista. Como si el periodismo estuviera aquí para evitar lo feo, lo sucio, la mugre. Como si el horror y su combate no fuera nuestra principal misión. A Jones y a otros como él hay que situarlos delante del micrófono. Cuanto más hablan más fulge su empanada. Su atroz inconsistencia. Su viscosidad. Vean al tal Otegui. Aquel que lamentaba que los críos hablen todos en inglés y coman hamburguesas. Ocultar a los necios solo sirve para imbuirlos de prestigio. Sus rebuznos no merecen semejante tratamiento. El misterio, déjenselo a Greta Garbo. A los canallas, cancha. Que peroren. Que larguen por esa boquita. Así, al concluir la charla, hablaremos de su ignominia. De su infranqueable ridículo.
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