José Luis Alvite

Cansancio pontificio

Cansancio pontificio
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No hay nada de extraño en que el Papa se retire alegando falta de fuerzas para continuar su misión pastoral. Los hombres de su edad que no están retirados del trabajo suelen estar enterrados en los cementerios. Incluso el vigor que se supone que Dios le proporciona al Pontífice para su misión puede resultar insuficiente sin la ayuda pagana y complementaria del fisioterapeuta. Que a Benedicto XVI no le falte la lucidez no excluye que puedan fallarle las pantorrillas. Se supone que para proveer la vacante pontificia Dios pone sus ojos en un prelado virtuoso y abnegado, sabio y experto, un santo varón con cualidades pastorales, y que esas virtudes suelen darse en hombres de edad avanzada, entre otras razones porque el impulso que se precisa para la propagación del Evangelio no es el mismo que se necesitaría para el lanzamiento de jabalina. No busquemos en el cansancio papal un trasfondo político o el hilo por el que seguir la oscura trama de una conspiración vaticana. Yo creo que se trata sólo de fatiga, del humano cansancio físico de un ser octogenario y poco saludable al que no le falla la fe pero se le resienten las rodillas al rezar. En los hombres de la Iglesia raras veces se da juntos la espiritualidad y la gimnasia, así que es fácil comprender que Su Santidad sea un hombre lúcido pero cansado, alguien que de paso que eleva la mirada a Dios, mira de reojo lo cerca que puede estar la silla del camarlengo. Supongo que a los analistas de postín les interesa más la idea de una turbia conspiración para apartarle del poder, pero yo creo que lo que le ocurre a Benedicto XVI es que se ha dado cuenta de que está en esa edad límite en la que a ningún hombre, ni siquiera al Papa, puede pedirle Dios que conserve el entusiasmo pastoral si ni siquiera es capaz de mantener la regularidad al hacer de vientre.