Ely del Valle

Cartas en la manga

La Razón
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En contra de la tesis general, este trimestre de legislatura en precario no está siendo una pérdida de tiempo. Es más, la parálisis institucional está resultando tan esclarecedora que debería instaurarse como obligatoria. Y es que en el camino de esta lucha frenética por el poder se van cayendo caretas, imposturas, verdades del barquero y, sobre todo, mucha verborrea llena de promesas bonitas que, como estamos descubriendo, no eran mas que confeti de colores. Ahora ya tenemos la certeza de que entre lo que algunos nos vendieron a lo que hoy sabemos de ellos, va un mundo; ahora ya somos conscientes del valor de los «yo nunca haré» y los «a mí nunca me verán» pronunciados de forma tajante cuando todavía no había nada que demostrar; ahora ya podemos afirmar que aquella «nueva política» que tantas ilusiones provocó, sólo es vieja política vestida, como la mona, de seda.

La prueba definitiva es la que nos acaba de brindar Sánchez en relación a su secretario general en Galicia, investigado por diez delitos relacionados directamente con el ejercicio de su cargo en el partido donde sigue tan ricamente haciendo añicos la tan cacareada lucha implacable contra la corrupción de la que los socialistas y sus «acordantes» de C’s han hecho bandera. Objetivamente es injusto que a alguien se le defenestre antes de que quede demostrado que las acusaciones en su contra son ciertas, pero cuando ese alguien decide libremente que lo correcto es invertir la carga de la prueba, lo menos que se le puede exigir es que actúe en consecuencia. A Sánchez, Besteiro le ha hecho una faena mayúscula, pero a los demás nos ha hecho un favor. Y este impasse en la legislatura, también. Nada como obligar a un tahúr a que se arremangue antes de tiempo para que se le queden al descubierto las cartas que lleva escondidas en la bocamanga.