Lucas Haurie

Comandante Pastrana

Después de más de tres lustros en el cargo, Manuel Pastrana renuncia a la reelección como secretario general de la UGT regional. No tiene nada que ver con la implicación del sindicato, cercado por la instrucción, en el caso de los ERE ni con las informaciones periodísticas que revelan gastos injustificables y extravagantemente justificados a costa de las cuantiosas subvenciones que le concede la Administración. La izquierda, también los presuntos liberales y los aproximadamente conservadores, considera que el kilo de paz social se cotiza a equis millones en cursos de formación: esquilmado el erario por completo o sencillamente cuando gobierna el PP, empiezan las movilizaciones. En Andalucía, se ha mantenido inalterada la estructura franquista del sindicalismo vertical. Amantados por el poder, Pastrana y su cuate Carbonero son la brigada de choque de San Telmo. Sirven para el roto de una huelga general y para el descosido de acosar a los funcionarios que no traguen con la colocación indiscriminada de enchufados. No es casual que Griñán (más José Antonio ¡¡presente!! que nunca en su morreo con el obrerismo rancio) se tome como una afrenta personal la explicitación por parte de Mercedes Alaya de los indicios que apuntan a esta «force de frappe» de la Junta como beneficiaria primera del fondo de reptiles. O segunda, posiblemente. Se va Pastrana. Dentro de la tradición endogámica de la zurdera, encontraremos a su sucesor en su círculo más íntimo. Son los más curtidos en no hacerle ni puñetero caso a los parados y en repartir paletadas de pasta entre los fieles.