Pilar Ferrer
Con ignominia
Personajes de baja estofa, estómagos subvencionados, políticos radicales y hasta antiguos prebostes de la más pura derecha lanzados hoy al monte. Toda esta mezcla componen quienes claman por las calles de Bilbao a favor de los presos de ETA. Hete aquí a ese funesto Willy Toledo, encarado siempre contra España. A la matriarca de la Zeja, Pilar Bardem. A un ex consejero de Educación catalán, nada más y nada menos, llamado Ernest Maragall. A voceros de Esquerra Republicana, que ocupan cómodos escaños en el Congreso. Y a un ejemplar inusitado, Federico Mayor Zaragoza, cuya biografía pasa del franquismo al furor abertzale.
Lamentable espectáculo, mientras la ex alcaldesa de Lizarza y portavoz del PP en las Juntas de Guipúzcoa, Regina Otaola, repasa en su libro, «El precio de la libertad», las verdaderas amenazas, durante tantos años, en el País Vasco. Estos activistas de la izquierda, que braman contra una guerra, pero bien olvidan otras. Que ahora exigen muchos derechos para los presos etarras. Y que se sienten insensibles ante la memoria de Gregorio Ordóñez, Miguel Ángel Blanco y tantas otras víctimas, ofrecen una chusca imagen. Triste, injusta y escasamente democrática. Con escasos tintes de moralidad ética.
Bajo el paraguas de Bildu, la marca blanca de ETA, salen estos pancarteros a las calles de Euskadi. Discutible es la decisión del juez de la Audiencia Nacional Javier Gómez Bermúdez de autorizar una marcha que ensalza a los reclusos etarras. Como también lo es su rechazo a la petición de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, que había solicitado su prohibición. Eterna doble vara de medir los derechos humanos, ante una manifestación que se hace con ignominia. Es decir, convocada y jaleada como una afrenta pública.
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