Ely del Valle
Con un par
El Rey no recibirá a la presidenta del Parlamento catalán, y hace muy bien. No está el horno para andar con paripés con quienes pretenden trocear el país. Después de escuchar cómo el ex presidente desalojado presume de haber conseguido en los despachos lo que no les dieron las urnas, en una de las frases más impresentables de toda la historia de nuestra democracia, y de seguir atentamente un discurso de investidura en «play-back» donde Puigdemont sólo movía los labios porque la voz y el mensaje eran los de Mas, lo que tenía que hacer Felipe VI era darles con su real puerta en las narices. Y eso es lo que ha hecho, eso sí, muy finamente. Cuando la señora Forcadell, que es según la legislación española quien debe comunicar el nuevo nombramiento al Jefe del Estado, ya tenía hora pedida en la peluquería para acercarse a «Madrit» – hay independentistas que se mueren por una vista la Zarzuela–, se ha encontrado con que su Majestad tiene la agenda a tope y por lo tanto se le ruega que diga lo que tenga que decir por escrito y a poder ser sin faltas de ortografía ni vivas a la república. Claro que ahora saldrán los puristas de siempre diciendo que Don Felipe tiene que tragar con carros y carretas y poner buena cara cada vez que se la abofetean, que para eso es el Rey de todos, pero qué quieren que les diga: una vez que ya hemos quedado todos de acuerdo que lo de la corrección política en política es cosa de los «viejos tiempos», da cierto gustito ver alguna reacción por parte de quien encarna la unidad del país. En esta ocasión el Rey ha hecho su propia versión del «que te calles» paterno y ha dejado a «PuigdeMas» y a Forcadell sin pisar felpudo y pendientes del acuse de recibo. Con un par, Majestad.
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