Ángela Vallvey
Coptos
Llamamos «cristianos coptos» a todos aquellos que profesan el cristianismo, oriundos de países mayoritariamente islámicos. Son de raza árabe y de religión cristiana. Tienen una larga tradición cristiana, que arranca desde el año 42 después de Cristo, por lo que sus antepasados fueron cristianos mucho antes que la mayoría de los nuestros. Para ser exactos, los coptos son egipcios que profesan alguna fe cristiana (ortodoxa, católica o evangélica coptas), pero solemos llamar «coptos» a todos los cristianos que viven en países islámicos, de Egipto a Siria. Encarnan el 10% de la población egipcia, aunque ese porcentaje está decreciendo dado que, desde el derrocamiento de Mubarak –que no los protegía exactamente, pero al menos no los hostigaba ni oprimía–, la vida es cada vez más difícil para ellos, son perseguidos con creciente violencia, y muchos se convierten al Islam por temor, con el mero objetivo de que los dejen vivir en paz, de que no les roben sus posesiones, violen a sus hijas o asesinen a sus familias. Los coptos forman la principal comunidad religiosa no islámica en países en los que el integrismo islamista, cuando no el terror político-religioso del ISIS, no tolera la diferencia. A los coptos, el autodenominado Estado Islámico, el gran movimiento genocida del siglo XXI, los persigue y asesina porque su intención es exterminarlos. En la memoria de la infamia humana quedarán las imágenes de los 21 rehenes coptos degollados por Estado Islámico en una playa del mar Mediterráneo, en la costa libia, en 2015. Los asesinos, ataviados de negro, les hicieron arrodillarse con las manos atadas a la espalda. Los vistieron con uniformes color naranja. Las víctimas eran jóvenes inmigrantes pobres, cristianos coptos egipcios que buscaban una vida mejor en Libia y que murieron rezando. A ellos, nadie los defendió, ni los protegió como refugiados, ni les dio la bienvenida. La «snuff-movie» de Estado Islámico donde se publicitaba su ejecución, solo sería confrontable con una película grabada en un campo de concentración nazi. Mientras se extermina a los coptos en países islámicos, se islamiza Occidente. Vivimos una época de atroces ofensivas de religión. Y la comunidad copta –árabes, cristianos, pobres– está siendo sacrificada en aras de un mundo cada vez más feroz y oscuro. Pero nadie la protege, ni defiende sus derechos y dignidad. (Silencio. Vergüenza). Muchos de sus antepasados, entre los primeros cristianos del mundo, seguramente también acabaron despedazados por fieras. Ante la indiferencia general.
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